Las cientos de bases militares norteamericanas desplegadas en todos los rincones del orbe recuerdan la alternativa a la política de la zanahoria de la administración norteamericana: el garrote.
El reciente acuerdo entre Washington y Bogotá para instalar siete bases del Pentágono en suelo colombiano trajo a primeros planos la estrategia bélica de Estados Unidos, que no por vieja ha perdido fuerza.
Las primeras bases militares de Estados Unidos fuera de su territorio se construyeron en principio del siglo XX en Filipinas, Cuba, Puerto Rico y Guam, arrebatadas a España en la llamada Guerra Hispano-americana.
Según reportes oficiales, el Departamento de Defensa contaba en el 2008 con 865 bases militares en más de 40 naciones. Sólo en Alemania hay 268, en Japón 124 y 87 en Corea del Sur. No obstante, esa cifra no incluye a numerosas que son usadas por las tropas norteamericanas aunque oficialmente pertenezcan a los países donde están enclavadas.
Tales son los casos de una veintena de instalaciones castrenses en Turquía y varias en el Reino Unido.
Por regiones, la lista la encabeza Europa con 823; en Asia oriental y el Pacífico hay 248; 36 en Asia Central; más de 20 en América Latina y cinco en África.
Como parte de la estrategia, el Pentágono mantiene a cientos de miles de soldados en el exterior, sin incluir otros tantos civiles que trabajan en esas instalaciones.
Con esta política Washington persigue mantener su supremacía mundial al tener la posibilidad de responder de inmediato a cualquier desafío a lo que considere una amenaza a su seguridad nacional. Además permite mantener bajo la mira a países considerados adversarios como Rusia, China, Venezuela, Cuba y la República Popular Democrática de Corea (RPDC).Como ejemplo están las bases en Corea del Sur y Japón que intentan cercar a la RPDC, y las europeas, en el Cáucaso y en el centro de Asia, muy cerca de Rusia. También le posibilita tener controlados recursos vitales, como el petróleo del Oriente Medio, zona clave para la economía estadounidense y el mundo.
Ahora las proyectadas instalaciones en Colombia apuntan a los países con gobiernos progresistas en la región como Venezuela, Ecuador y Nicaragua, además de servir a la estrategia de Bogotá contra la insurgencia. En ese sentido la anterior administración de George W. Bush lanzó una clara advertencia a Latinoamérica al reactivar la IV Flota, creada en 1943, pero disuelta siete años después. Once navíos, entre ellos un portaaviones y un submarino nuclear, constituyen el núcleo inicial de esa armada, que tiene su sede en Miami, Florida.
Durante el gobierno de Bush, el Pentágono creó el Comando Africano (AFRICOM), que tendrá como responsabilidad las operaciones militares norteamericanas en la región subsahariana. Su objetivo oficial es el combate al terrorismo, pero para muchos expertos busca colaborar en la expoliación de los abundantes y variados recursos naturales de la región, como el petróleo, gas, coltan, cobre y oro. Precisamente se espera que para las próximas décadas la región sea tan importante en la producción de crudo y gas como lo es en la actualidad en Oriente Medio.
En el subsuelo congolés se encuentran el 80 por ciento de las reservas mundiales de coltan, una mezcla de óxidos de donde se extrae el tantalio utilizado en la fabricación de condensadores electrolíticos para teléfonos móviles, GPS, satélites artificiales, armas teledirigidas, televisores de plasma, videoconsolas, ordenadores portátiles, MP3 y MP4.
Algunas de esas bases militares en el planeta se mantienen pese a las protestas de los nacionales, como ocurre en la isla japonesa de Okinawa o en Guantánamo, ocupada contra la voluntad del pueblo y gobierno cubanos. Esta última fue erigida hace más de 100 años y aunque ha perdido importancia estratégica, las sucesivas administraciones estadounidenses insisten en mantenerla, y la última la usó como presidio y centro de torturas.
Mientras Obama habla de paz y diplomacia con el fin de restaurar viejas alianzas, resentidas por su antecesor George W. Bush, solapadamente el Departamento de Defensa extiende sus tentáculos por el orbe.
* Periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.