Rolando Mamani

 

Después de la derrota de los Kirchner en junio pasado y el avance de la derecha neoliberal asistimos al fin del capitalismo suave el tan famoso “modelo” propuesto por el gobierno actual no confundamos la política exterior con alianzas estratégicas con Ecuador, Bolivia y Venezuela debido sobretodo al repliegue geopólitico de los Estados Unidos en Irak e Irán y un descuido de su patio trasero como lo es América Latina.

No olvidemos que Argentina está gobernada no por un partido único sino por un movimiento policlasista conocido como “peronista” donde conviven tanto trabajadores como empresarios de hecho relaciones de clase armoniosas donde la puja distributiva de la riqueza es una negociación permanente de ninguna manera existe como fin el socialismo. Muchos hablan del mal menor que significa este gobierno para los sectores populares.

Uno de los hechos positivos se podría mencionar la estatización de los fondos de pensión o actualmente la guerra contra el oligopolio denominado Grupo Clarín el mayor conglomerado de los medios de comunicación que junto a la Sociedad Rural (estos dueños de las tierras más ricas) promueven la desestabilización permanente y un golpe de estado encubierto, cuando ven afectados sus intereses económicos.

Y qué es precisamente el desarrollo del capitalismo suave como modelo económico una suerte de presión fiscal a las empresas, salarios bajo convenios colectivos de trabajo negociados a través de los más grandes sindicatos, subsidios a las empresas de energía y transporte, dólar alto para favorecer las exportaciones y mejorar las reservas en divisas en el tesoro del Banco Central por lo tanto una disciplina en el manejo de las variables económicas y esto nos da una estabilidad política. Pero en este camino aparece cuando no la inflación que promueve un aumento de los precios en especial de los alimentos lo cuál evapora el ingreso de los trabajadores y que justifica esto diciendo de un mayor crecimiento y una dinámica propia de la economía capitalista. Y se asiste a los parados o desocupados (se habla de 2.500.000) con planes de asistencia en masa ya sea con pequeños subsidios de 30 dolares por mes, bolsas de alimentos o pequeños proyectos de construcción a través de ligas o cooperativas lo que se evita en última instancia es el estallido social que pudieran provocar los marginados o excluidos de este modelo económico de capitalismo suave.

Y después de 26 años de democracia cuál es el papel de la izquierda argentina en este contexto diríamos como la cultura son los desaparecidos en está etapa democrática, recluida en el campus universitario, atrincherada en el laboratorio, atomizada en luchas intestinales con una clase dirigente eterna y decadente qué increíblemente es incapaz de construir poder popular, llama poderosamente la atención que provoquen la división y no la unidad con quienes estamos en la construcción del socialismo del siglo 21.

Antes y después de las elecciones parlamentarias la derecha supo aprovechar el descontento popular y arremetió logrando una victoria electoral a través de sus representantes como ser Francisco de Narváez (magnate de los medios) Carlos Reutemann (uno de los mayores empresarios soyeros) Mauricio Macri (poderoso industrial de las automotrices) Julio Cobos (político preferido del Grupo Clarín el oligopolio mediático por excelencia) que juntos tratan de acelerar la caída del gobierno pese a esto hay una contraofensiva de los Kirchner tratando de tomar oxígeno en estos días por medio del fútbol a través de la estatización de la transmisión de estos eventos así quebrar al monopolio que detentaba el Grupo Clarín como así llevar al ámbito legislativo la nueva ley de radiodifusión que supone casi la desaparición monopólica del manejo de los medios de comunicación son las últimas batallas del gobierno actual dentro del contexto político argentino.

No solo el gobierno argentino sino su pueblo se enfrenta a una agresiva guerra de cuarta generación que llevará adelante el Grupo Clarín con sus periodistas, asesores especializados en operaciones psicológicas de gran envergadura y guerras de baja intensidad mediática (el lavado de cerebros) y la desestabilización permanente son los nuevos campos de batalla en América Latina y coincidentemente como punto de partida la instalación del gulag hondureño (de extrema derecha por supuesto) con el fin de acabar en la región de esta suerte de capitalismo suave encarnado en los gobiernos democráticos actuales.