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Felipe Cusanero fue condenado a 150 años de prisión. (foto: Archivo)
Un tribunal de la ciudad de Chimaltenango, a unos 60 kilómetros al oeste de la capital de Guatemala, condenó este martes a 150 años de prisión al ex colaborador del Ejército Felipe Cusanero Coj, por la desaparición de seis indígenas durante la guerra civil del país centroamericano (1960 -1996).

Según el fallo, el pirmero que se adopta por crímenes de guerra, Cusanero Coj fue el responsable de la desaparición de Lorenzo Ávila, Alejo Culajay, Filomena Chajchaguin, Encarnación López, Santiago Sutuj y Mario Augusto Tay Cajtí,

Durante los 36 años de guerra civil, se calcula que desaparecieron alrededor de 50 mil personas.

Por cinco años de debate público, la defensa de Cusanero presentó recursos en un intento por retrasar el proceso judicial por las detenciones ilegales y desapariciones forzosas de seis indígenas, a quienes que el imputado acusó de guerrilleros. Estas desapariciones ocurrieron entre septiembre de 1982 y octubre de 1984.

La guerra civil guatemalteca es considerada como la más sanguinaria de Latinoamérica. Solamente durante los regímenes de los generales Romeo Lucas García y Efraín Ríos Montt, los ataques en contra de la población civil desarmada arrasaron a más de 400 aldeas, donde murieron unas 75 mil personas.

La Comisión para el Esclarecimiento Histórico, asegura que en treinta y seis años de conflicto bélico, murieron alrededor de 200 mil personas y más de 45 mil desaparecieron. Esta comisión investigó las violaciones a los derechos humanos en este período.

Cusanero y sus similares eran civiles nombrados por el Ejército para que vigilaran a la ciudadanía.

Amenazas

Por otra parte, familiares de los desaparecidos, cuyos testimonios permitieron la condena del ex paramilitar, denunciaron el fin de semana pasado ante la Fiscalía guatemalteca que son víctimas de amenazas por parte de los parientes de Cusanero.»Nos amenazaron con hacernos desaparecer uno a uno».

Estas personas continúan solicitando a las autoridades los restos de las víctimas «para darles sepultura de acuerdo con los ritos de nuestros antepasados», pues según la tradición maya el alma de los difuntos no descansa hasta ser enterrados.