Agencias


El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, anunciará mañana, lunes, el marco legal para las operaciones en una extensa área marítima que esconde una riqueza que se cree que puede convertir al país en una nueva potencia petrolera.

La zona llamada «pre sal» comprende una franja de unos 800 kilómetros de largo por 200 de ancho, que va desde el estado de Espíritu Santo (sudeste) hasta Santa Catarina (sur).

Según los cálculos oficiales, puede atesorar reservas de hasta unos 80.000 millones de barriles de crudo asentados bajo una gruesa capa de sal en el fondo del mar, a profundidades de hasta 7.000 metros.

Si se confirman las previsiones, Brasil pasaría a formar parte del selecto grupo de países con reservas cercanas o superiores a los 100.000 millones de barriles que integran Venezuela, Arabia Saudí, Canadá, Irán, Irak, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Rusia.

Ante tales posibilidades, el Gobierno ha decidido redactar un marco legal especial para esa zona, que ha generado reacciones en algunos Estados, como Río de Janeiro, Sao Paulo o Espíritu Santo, que podrían ver reducidas los privilegios que reciben del petróleo, que actualmente son equivalentes al 10 por ciento de la producción.

Para aplacar la polémica, Da Silva tiene previsto conversar con los gobernadores de esos Estados antes de hacer mañana el anuncio oficial, a fin de presentar el plan del Gobierno que deberá ser aprobado por el Congreso, como una muestra de «unidad nacional».

Aunque se ha filtrado poco sobre la idea del Gobierno, está claro que el nuevo marco afectará al 71 por ciento del petróleo del «pre sal», pues el resto ya ha sido licitado en años anteriores.

La estatal Petrobras también ha aclarado que Brasil no aspira a convertirse en exportador de crudo, sino de derivados, para lo que prevé fuertes inversiones en el área de refino en los próximos años.

El Gobierno, principal accionista de Petrobras, cuyos títulos se cotizan en las Bolsas de Sao Paulo, Madrid, Nueva York (EEUU) y Buenos Aires, también se quedará con una parte de la riqueza que se espera.

Lula ha adelantado que los recursos que el Estado reciba por su participación en las reservas serán destinados a un fondo especial, que financiará inversiones en educación, ciencia y tecnología, y planes sociales para la reducción de la pobreza.

A pesar de que el Gobierno ya planifica qué hacer con el dinero que dará el «pre sal», todavía no existe mucha certeza sobre algunos aspectos técnicos y comerciales de las operaciones en esa región.

Petrobas señala, en función de las pruebas que ha realizado, que el crudo de ese nuevo horizonte tiene en promedio unos 28 grados API (medida internacional de referencia), lo que lo sitúa en la categoría de petróleo mediano de alta calidad.

Pero además de promesas, el «pre sal» oculta un inmenso desafío tecnológico, pues el petróleo se encuentra a profundidades de entre 5.000 y 7.000 metros y bajo capas de sedimentos salinos con elevadas temperaturas, con un espesor que va de 300 a casi 2.000 metros.

Existen incluso dudas respecto al verdadero valor comercial de ese crudo, precisamente derivadas de las enormes dificultades y al elevado coste que pueden implicar la recuperación del petróleo.

Según calcula el Ministerio de Minas y Energía, el «pre sal» puede requerir inversiones por 210.000 millones de dólares (146.199 millones de euros) en los próximos diez años, pero algunos expertos consideran que la viabilidad de los proyectos dependerá de los precios en el inestable mercado petrolero internacional.

Petrobras anunció los primeros grandes hallazgos en esa región a finales del 2007, cuando el petróleo se cotizaba por encima de los 120 dólares por barril y hoy se sitúa en torno a los 70 dólares.

Según analistas del sector, un precio menor a 50 dólares podría comenzar a poner en riesgo la inversión y obligar a postergar las operaciones en el «pre sal», que se espera que empiece a producir en cantidades importantes a partir del 2017.