Primero que nada. Creo que algunos otros mandos se hubiesen quebrado. La represión y masacre en contra de la población que Salió a reclamar el golpe mediático hubiera tenido visos de genocidio, dado el coraje del pueblo y la disposición de las armas en su contra. Seguramente que la lucha hubiese sido muy gallarda y dura por parte del pueblo. Pero la debilidad en el potencial de armas para defenderse, terminaría por derrotarlo irremediablemente. Es bueno recordar que este bravo pueblo ha dado otras batallas gloriosas, pero las ha perdido, por estar en desventaja con las armas. El último capitulo Semejante, se vivió el 27, 28 y 29 de febrero del año 1989. Las armas del ejército volvieron su dirección en contra de los pobres. El resultado ya lo conocemos, yo mismito vi y viví, la presencia de la Guardia Nacional, la Disip, el Ejercito en las calles de la ciudad de Caracas. Vi como las ametralladoras punto 50, se descargaban una y otra y otra vez, en contra de los bloques del 23 de enero. Vi Como dos tanques de guerra llagaban hasta la esquina del barrio primero de mayo de los Frailes de Catia, escoltando a efectivos militares, equipados para la guerra. Afortunadamente, el pueblo fue sabio y buscó dialogar en ese caso especifico, pero al 23 de enero, Casalta, Pro patria, la Vega, Petare, Guarenas, Guatire, etc. no les dieron dialogo, si no plomo. Esto no puedo olvidarlo. También conocemos la reacción de los medios. Su argumentación noticiosa y propagandística rezaba: “La chusma se organizó para sembrar el caso y acabar con la paz social”; “las tropas, salvaron oportunamente el orden establecido, que fue amenazado por un momento, por bandas de desadaptados sociales”; “terror, causó el ataque premeditado de los delincuentes de los barrios, contra el comercio formal; “afortunadamente la firmeza del presidente y las FF.AA, nos salvaron del caos”. La misma prensa internacional, justificó el crimen colectivo, por parte del gobierno Adeco, se prestaron para mentir, al disminuir exageradamente la cantidad de muertos. Yo vi como en la Avenida Sucre de Catia, la Guardia Nacional y La Disip, decomisaban los camiones con batea y las camionetas, para tirar los cadáveres y trasladarlos a no se donde, incluso, no asistían a los heridos y los tiraban también en las bateas, vi patrullas de policía metropolitana, obligando a las personas a tumbar las Santamaría de los comercios y, a que cargaran abastecimientos para êllos y luego se marchaban. Nunca vi un comunicado de la embajada o el gobierno de Estados Unidos o de Europa, condenado la masacre sin sentido, cometida contra un pueblo desarmado
El golpe de Honduras, no es menos, la resistencia del pueblo hondureño, es digna de toda alabanza y apoyo, pero tienen la mala suerte de tener en su territorio un cáncer en forma de base militar gringa. La represión en su contra se había planificado antes de los acontecimientos programados. Es por eso que la represión en ese país contra el pueblo es sangrienta y trata de justificarse por los medios al servicio del imperio. De esa manera, la complicidad mediática, distorsiona la realidad y hace aparecer culpable al inocente, e inocente al culpable, por eso es que la derecha internacional celebra y se confabula con el gobierno de Norteamérica y de Costa Rica, para ponerle el hielo del tiempo al golpe, para bajar la temperatura y al final las cosas queden como êllos lo calcularon.
No puede ni debe la opinión pública decente mundial, permitir que esta truculencia sangrienta se imponga. Los gobiernos progresistas del continente – que afortunadamente son mayoría – no deben dejar que transcurra más tiempo con los golpistas en el poder en Honduras. Hay que adoptar medidas urgentes y de contundencia. No hay que esperar por el gobierno yanqui ni por sus adulantes lame suelas. O es ahora, o no será nunca; es asunto estratégico vital. La conciencia y la bravura de los pueblos Venezolanos y hondureños, son dignas de elogio. No así, la actuación del ejército y la policía hondureña. Ojala, exista en su seno hombres dignos y se vuelquen a favor del pueblo. Creo en la conciencia de los hombres todavía.
Javier Monagas Maita