Al enterarse de la existencia del programa para crear equipos paramilitares, supuestamente para aniquilar a líderes de Al Qaeda, Leon Panetta, el nuevo director de la CIA, se alarmó no tanto por el hecho de que éste haya sido considerado, sino por la orden de Cheney de ocultarlo al Congreso. De inmediato informó a los encargados de los comités de inteligencia y con ello estalló otro escándalo sobre el manejo de un «gobierno secreto», justificado por la «seguridad nacional».
La semana pasada medios estadunidenses revelaron la existencia (desde 2001) del programa de la CIA para desplegar escuadrones o equipos paramilitares para matar a líderes de Al Qaeda. Los programas, según esas notas, nunca fueron implementados. Poco después de que el nuevo director de la CIA se enteró de su existencia, el mes pasado, canceló el plan, aunque no se sabe la razón. El 24 de junio informó a los comités de inteligencia de ambas cámaras que la existencia del programa fue ocultada al Congreso por instrucciones de Cheney.
Los demócratas, ahora con la mayoría en el Congreso, estallaron con la noticia. Calificaron la revelación de otro intento más del gobierno anterior por asumir poderes sin autorización. Los comités de inteligencia fueron creados en los años 70, justo en respuesta a revelaciones de programas secretos de la CIA de asesinar a líderes extranjeros, incluidos los complots para ultimar a dirigentes como Patrice Lumumba, de Congo; Fidel Castro y otros líderes nacionales. La presión fue tan fuerte cuando se comprobaron esos programas, que en 1976 el presidente Gerald Ford emitió una orden ejecutiva que prohibía los asesinatos.
Los «terroristas»
Pero el gobierno de Bush calificó a Al Qaeda y otros «terroristas» de enemigos, no de figuras políticas, y alegó que asesinarlos no era diferente que matar soldados enemigos en un campo de guerra. Algunos analistas recuerdan que Bush declaró en 2003 que «más de 3 mil sospechosos de terrorismo han sido arrestados en muchos países, y muchos otros han enfrentado otro destino. Pongámoslo de esta manera: ya no son un problema para Estados Unidos y nuestros amigos y aliados», lo que casi todos entendieron como que ya habían sido ultimados.
La existencia de escuadrones estadunidenses de la muerte fue revelada primero, hace meses, por el extraordinario reportero de investigación Seymour Hersh, ahora de la revista The New Yorker. En una plática en la Universidad de Minnesota en marzo pasado, Hersh provocó una amplia reacción, inclusive incrédula y que fue desechada por muchos en ese momento, cuando comentó que Cheney estaba a cargo de un equipo secreto de asesinato que se ocultaba al Congreso. «Esencialmente es una banda de asesinato ejecutiva», aseveró. Agregó: «bajo la autoridad del presidente Bush han estado entrando a países, no hablando con el embajador ni con el jefe de estación de la CIA, encontrando a gente en una lista, ejecutándolos y saliendo. Eso es lo que ha estado ocurriendo en nombre de todos nosotros.»
Narró que aunque aún no había escrito sobre el asunto, el escuadrón aparentemente estaba bajo la coordinación del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, entidad independiente, que no se reportaba ante nadie más que Cheney durante el gobierno de Bush, reportó MinnPost.com el 11 de marzo.
Al parecer hay diferencia entre lo revelado por Panetta y Hersh. El primero es un programa de la CIA que supuestamente nunca operó y el segundo una operación del Pentágono que ha dejado muertos en los últimos años. Recientemente Hersh fue interrogado acerca de sus comentarios de marzo, a la luz de las nuevas revelaciones del sitio The Daily Beast, y comentó sobre los oficiales citados por los medios que la banda de asesinos nunca operó. «Dije lo que dije, y ellos siempre pueden expresar lo que quieran. La última vez señalaron que el gobierno no tortura, y esta vez que el gobierno no asesina», destacó.
De hecho, ya había reportado en años recientes operaciones encubiertas en varios países, implementadas a través del Departamento de Defensa y no por la CIA, evitando así la necesidad de informar a los comités de inteligencia del Congreso. También ha divulgado operaciones efectuadas por ex agentes de la CIA y personal no gubernamental, y cómo el gobierno de George W. Bush buscó diversas maneras de ocultar que era una operación de inteligencia y militar para así no tener que rendir cuentas al Congreso.
Hoy, un comité de la Cámara anunció que investigará el programa de la CIA.
Mientras tanto, no se sabe si lo revelado por Hersh aún existe. Tampoco si hay más programas clandestinos estadunidenses operando en el mundo, asesinando o deteniendo a personas que son acusadas der ser «terroristas».
Comentando este caso, como el de espionaje a estadunidenses sin autorización judicial, el New York Times opinó este viernes que no son casos aislados. «Una vez que el equipo de Bush entró en el hábito de violar la ley, se convirtió en procedimiento operativo el que cualquier medio era justificable: ordenando a los agentes de inteligencia de la nación torturar prisioneros, enviando a inocentes a ser torturados en países extranjeros y creando prisiones secretas donde los detenidos eran mantenidos ilegalmente sin cargos. Los estadunidenses aún no tienen la historia completa», escribió en su editorial. Concluye que el presidente Barack Obama debería cambiar de opinión y abrir una investigación sobre las leyes violadas durante el gobierno de Bush. «Un pleno rendimiento de cuentas es la única manera de asegurar que estos abusos jamás ocurran de nuevo», subraya.