No reclamo, desde luego, ningún mérito por aquel dicho, es de cajón dentro del cuadro que vivimos. Lo transcribo para ganar tiempo. Honduras pasa a ser en este momento el foco principal de combate en la gran batalla continental contra el nazifascismo de nuevo cuño, redivivo en los sectores extremistas de las oligarquías y el imperialismo, cuyos halcones, sin parar mucho a Obama, con típicos SS como Negroponte y Otto (tercer) Reich tras bastidores, son los manipuladores de todo allí, del engallamiento de los usurpadores y su claque y de la cabronería de la peor derecha, verbigracia el escualidismo de aquí.
Honduras hizo historia grande durante la tercera y cuarta décadas del siglo XIX bajo la guía de su hijo ilustre José Francisco Morazán, padre de la unidad centroamericana, primer presidente y líder de la Confederación que unió a Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Costa Rica, bolivariano que a la postre cayó fusilado bajo la traición oligárquica (15/09/1842). Luego, condenada a la monoproducción de bananas y al semifeudalismo, con unas cuantas familias privilegiadas, aliadas y vasallas de los grandes consorcios estadounidenses (la Standard Fruit y sobre todo la United Fruit Company, UFCO, la famosa por depredadora “Mamita Yunai” del costarricense Carlos Luis Fallas), más la infaltable cúpula eclesial, la conspiración mediática y una casta militar ilimitadamente cipaya y frecuente mandadera de gobierno, se la sumió en el silencio de los desaparecidos, excepto para convertirla en base yanqui de agresión. No obstante que allá fue ajusticiado el aventurero, esclavista y monroísta ladrón William Walker en septiembre de 1860, que fue invadida por marines en 1924 para sofocar un alzamiento contra la UFCO (recordemos de esa resistencia a la heroica patriota Visitación Padilla), que sus obreros y campesinos produjeron dos grandes huelgas (1925 y 1954, esta última durante sesenta y nueve días), no obstante eso, el aparato de mentira organizada de la dominación la apartó de la vista. Primera exportadora mundial de la musácea de su especialidad, se la injurió como “república banana” o “bananera” (“banana republic”), para doblar el insulto de “patio trasero” que nos abarca a todos. Hoy, uniendo a su semifeudalismo un semicapitalismo dependiente, es el tercer país más pobre del continente. El presidente Zelaya, electo el 7 de octubre de 2005, ha tratado de encontrar un camino de independencia, progreso y dignidad. El cipayismo lo ha echado, con los pretextos más banales y estúpidos y burla descarada de la legalidad. El pueblo lo reclama, el mundo con siquiera decencia elemental lo apoya, la parte avanzada de nuestra América, el ALBA a la cabeza, compromete su honor y su futuro en ayudar a los hondureños a restituirlo. Honduras, con su valeroso líder al frente, rompe el silencio y entra de nuevo en el combate y en la historia. Este sábado 4 de julio puede haber definiciones, o surgir la necesidad de acciones más contundentes. ¡Vivan Zelaya y su pueblo!