Ernesto Herrera y Juan Luis Berterretche *
Prensa Marea Socialista

En el siglo pasado la izquierda uruguaya defendía la necesidad de una Reforma Agraria y definía a los propietarios de tierra con más de 5.000 hectáreas como latifundistas. La expropiación de la estancia de Silva y Rosas con 30.000 hectáreas se transformó en la demanda central del movimiento de los cañeros del departamento de Artigas. La consigna “Por la tierra y con Sendic” desató un proceso de luchas que colocó a los tupamaros a la cabeza del movimiento más radical de peones rurales que ha conocido el país. En la actualidad la Reforma Agraria ha desaparecido de los programas de la izquierda institucionalizada.

Hace pocas semanas, Stora-Enso – transnacional sueco-finlandesa -, compró la propiedad rural de Ence – transnacional española -, y posee ahora la mayor extensión de tierra en manos extranjeras: 255.000 hectáreas en la franja costera del río Negro. Propiedad equivalente a 51 latifundios en la concepción izquierdista del siglo pasado. Un sólo empresario brasilero – Ernesto Correa – compró 100.000 hectáreas en el departamento de Tacuarembó para abastecer la faena del frigorífico Pul, el noveno exportador en dólares del país. La venta de tierras es un aspecto parcial de la extranjerización de la producción agrícola pues a ella hay que sumarle el gran aumento de los arrendamientos rurales a extranjeros. Las empresas argentinas explotan más de 200.000 hectáreas en el territorio “nacional” y producen entre el 20 y el 25% de la agricultura del país. Una de ellas – El Tejar – explota 46.000 hectáreas y sólo un 30% en propiedad y el resto en arrendamiento.

Entre 2000 y 2007 más de 5 millones de hectáreas – casi la tercera parte de la superficie de uso agropecuario – fueron vendidas y compradas. La gran mayoría de estas transacciones se realizaron en 2007 y fueron adquisiciones por empresas extranjeras. Entre 2000 y 2007 los arrendamientos abarcaron una superficie de 4,3 millones de hectáreas. A fines 2008 se calculaba que los extranjeros detentaban la cuarta parte del suelo productivo del país.

La situación en la industria es tan alarmante como en el agro. Entre los 10 mayores exportadores por empresa (entre julio 2007 y julio 2008) sólo los dos primeros son empresas nacionales: ANCAP (combustibles, 233 millones de dólares) y Conaprole (lácteos, 210 millones de dólares); los otros ocho son extranjeros. Cinco brasileños: SAMAN, 3 frigoríficos del grupo Marfrig y el frigorífico Pul; uno estadounidense, CROP Uruguay S.A. propiedad de Cargill, la principal transnacional de granos del mundo; uno finlandés, Botnia, pastera de celulosa y uno argentino, Frigorífico San Jacinto propiedad de Pérez Compac. Las ocho empresas extranjeras exportan más del doble que las dos nacionales.

Siete frigoríficos extranjeros concentran el 54% de las exportaciones totales de carne. Seis frigoríficos brasileños abarcan el 45,3 % de las exportaciones de carne. Breeders & Pakers (originalmente británica es intermediaria de la brasileña Marfrig) ya fue autorizada a una inversión total de 100 millones de dólares para una nueva planta en Durazno. De manera que la desnacionalización frigorífica es un proceso en crecimiento.

La cadena industrial basada en la cebada cervecera está monopolizada por una única empresa: Inbev, que domina las cuatro malteras y procesa prácticamente el total de la cebada industrializada. Maltería Oriental (MOSA), Maltería Uruguay (MUSA), Cervecera y Maltería Paysandú (CYMPAY) y Salus (compartida con Danone), pertenecen todas a Inbev transnacional belga-argentino-brasileña.

En la producción de soja cinco empresas extranjeras controlan el 77% de las exportaciones: Barraca Erro representante de la semilla transgénica de Monsanto y aliada a la estadounidense Archer Daniels Midland (25% de las exportaciones); CROP – Cargill (18,5% de las exportaciones); Agronegocios del Plata (argentina, 15% de las exportaciones); Garmet – Pérez Companc (11% de las exportaciones) y Uruagri – Louis Dreyfus Commodities (francesa, 42 % de las exportaciones).

Luego de la compra de la arrocera Saman por la brasileña Camil Alimentos y la probable compra de Coopar por el mismo grupo todos los molinos arroceros quedan en manos extranjeras. Arrozal 33 pertenece a brasileños, Agrocereales a la transnacional suiza Glencore y Casarone Agroindustrial es de capitales árabes y españoles.

A la extranjerización de la producción agro ganadera se suma la desnacionalización de la industria alimenticia. Un ejemplo: en sólo tres años Bimbo, el grupo mexicano pasó a controlar el 90% del segmento de pan industrializado. Lo mismo está pasando con los chocolates, los dulces, alfajores, barras de cereal, etc. En las cadenas de grandes supermercados sólo pertenecen a capitales nacionales Multiahorro y Tienda Inglesa. Disco, Geant y Devoto pertenecen a la transnacional francesa Casino y al grupo argentino-estadounidense Exxel y la cadena Ta-Ta es de capitales argentinos.

Para el actual gobierno de neo-estalinistas, socialdemócratas, y ex guerrilleros tupamaros el actual proceso de concentración y extranjerización de la economía “no es inquietante”. Aunque esto signifique un avanzado proceso de pérdida de soberanía económica.

* Juan Luis Berterretche, militante-investigador. Autor del libro “El comisario va en coche al muere» (primera edición, Trilce, Montevideo 1992, segunda edición, Banda Oriental, Montevideo 2000), ensayo sobre el movimiento anarquista en los años 1920-1930. Es redactor de Desacato, revista que se edita en portugués y castellano: http://www.desacato.info/
Ernesto Herrera, miembro del Colectivo Militante y editor del boletín solidario de información Correspondencia de Prensa – Agenda Radical: germain5@chasque.net

Fuentes

– “El necesario golpe de timón”. Red de Economistas de Izquierda del Uruguay (Rediu), Montevideo 2008.
– “La creciente extranjerización de la economía uruguaya. Peligros, oportunidades y desafíos”. Samuel Blixen, semanario Brecha, Montevideo, 28-11-2008.
– «Informe sobre la coyuntura económica», Mario Pieri, Colectivo Militante, abril 2009.