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*No se trata de un ataque militar (como el que tienen agendado Washington y
Tel Aviv contra las usinas iraníes), sino de una operación de guerra
psicológica en el frente social que utiliza a la oposición «reformista»
iraní como un caballo de troya para desgastar el poder de los ayatolas y
deslegitimar el triunfo de Ahmadineyad en las urnas.*

*Los patrones operativos son los mismos de siempre: Sin que existan
elementos de prueba ni comprobación objetiva, en el momento de ser
confirmada la contundente victoria electoral de Ahmadineyad por el 63% de
los votos, la prensa escrita, radial y televisiva de Europa y EEUU
tituló: Fraude en Irán.*

El candidato reformista, Mir Husein Musaví, segundo con el 32% de los votos,
azuzó el frente interno llamando a *»resistir el fraude»* en las calles,
mientras en las universidades, bastiones militantes de la clase media y alta
reformista, se lanzaba la consigna *»abajo el dictador»* en relación al
presidente constitucional de Irán reelegido en las urnas.

Los presidentes y funcionarios de las principales potencias sionistas de la
Unión Europa comenzaron sus prédicas y acusaciones encubiertas mostrándose *
«preocupados» * por las denuncias de fraude mientras (en el caso de Merkel y
Sarkozy) pedían que las autoridades iraníes exhibieran mayor *
«transparencia» * en los resultados del comicio.

En Washington, siguiendo la pulida estrategia del *»yo no fui»,* Obama se
mostró «dolorido» (por el «fraude») pero dijo que era una cuestión que
deberían «resolver los propios iraníes».

No obstante, y tratándose de Irán, un gigante islámico que controla la llave
de paso del 40% del petróleo mundial, permanentemente agendado para un
ataque militar por EEUU e Israel, la Casa Blanca y sus socios europeos
(todavía) siguen guardando cierto recato y *dejan que los derrotados
«reformistas» y los gurcas sionistas de la prensa internacional actúen por
ellos.*

La maquinaria (desestabilizadora) y el clima de «protesta popular» contra
el «fraude» se terminó de redondear el lunes con los grupos de militantes
opositores creando* caos y actos de vandalismo que dejaron siete muertos en
Teherán.*

De esta manera se cerró el círculo de la operación golpista con sus cuatro
actores principales: El *»fraude»*, la *»protesta popular»*, los *muertos*y
la *presión internacional* para obligar al gobierno de Irán suspender las
elecciones.

El plato está servido para que los servicios de inteligencia estadounidenses
y europeos (principalmente británicos), infiltrados en las usinas
«reformistas» de la universidad y de los medios de comunicación iraníes,
completen el escenario para *hacerle perder el control de la situación al
régimen de los ayatolas.*

La misma táctica operativa ya la utilizaron (y la siguen utilizando) en los
*golpes y revoluciones «naranja»* en los ex países soviéticos, la aplicaron
en Birmania, lo siguen instrumentado en el Tibet, y la repiten cíclicamente
cada vez que hay que desestabilizar (utilizando los procesos electorales) a
algún país del eje Rusia-China- Irán que se plantan contra la hegemonia
imperial USA-UE, y se constituyen como* el otro frente de la guerra
energética en Eurasia y Medio Oriente. *

No se trata de una ataque militar (como el que tienen agendado Washington y
Tel Aviv contra las usinas iraníes), sino de una operación de guerra
psicológica en el frente social que *utiliza a la oposición «reformista»
iraní como un caballo de troya *para desgastar el poder de los ayatolas y
deslegitimar el triunfo de Ahmadineyad en las urnas.

Concretamente de eso se trata la nueva operación en Teherán: Utilizar el
caos y las protestas violentas en las calles para *quebrarles la
gobernabilidad, la estabilidad económica y la paz social* al gobierno de
Ahmadineyad y al régimen de los ayatolas.

El eje sionista USA-UE ya tiene causa y bandera para su maniobra interna
contra la reelección de Ahmadineyad, y no va a dejar pasar la oportunidad
para desestabilizarlo* «desde adentro». *

Bien analizado, Irán es una pieza central del tablero de la «guerra fría»
donde en forma progresiva las potencias centrales van delineando una
*tercera guerra mundial intercapitalista *por la supervivencia y los recursos
estratégicos que se acaban en el planeta.

Con el petróleo y los recursos de supervivencia en el centro, Irán (al igual
que Ucrania, Georgia, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético) son
piezas de un tablero estratégico de *disputa intercapitalista* (guerra fría)
que tiene como protagonistas centrales al eje Rusia-China- Irán, de un lado,
y al eje Washington-Unión Europea, del otro.

Y como ya es histórico en sus modus operandi, del lado de las «protestas
contra el fraude» en Irán se encuentran Washington, la Unión Europea, la ONU
y toda la parafernalia de organizaciones de «derechos humanos» controladas
por la CIA, a través de las cuales el eje sionista estadounidense- europeo
«legitima» denuncias internacionales y realiza operaciones diplomáticas para
* voltear gobiernos que no responden a su estrategia en Asia y Europa del
Este.*

Las protestas y los movimientos de *caos planificado y desestabilizació n
callejeros* tras comicios electorales (Georgia, Ucrania y Bielorrusia)
fueron organizados por ONGs financiadas y dirigidas por Washington
utilizando las *redes económicas de la CIA canalizadas a través de la USAID
*(Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) , según
informes de la inteligencia rusa expuestos en el parlamento moscovita.

La maniobra fue ensayada en Georgia (2003) y Ucrania (2004) con las
denominadas «revoluciones naranja» o «revoluciones de terciopelo», y otros
tantos intentos se probaron con Kazajstán, Azerbaiyán, Uzbekistán y
Bielorrusia, donde no pudieron obtener los resultados esperados.

Como ya se ha dicho antes, a través de la historia, la maquinaria
internacional EEUU-UE, durante todos esos procesos, intentó sustituir a
líderes nacionalistas ex soviéticos por otros* «más democráticos» * aliados
de «occidente», como fue el caso de Yushenko en Ucrania, cuya campaña fue
alevosamente financiada y dirigida desde el Departamento de Estado
norteamericano, por su propia esposa, que trabajó como asesora de Bush.

En esa línea, se inscribió la «rebelión de los monjes» de septiembre de
2008 en* Birmania *(ferozmente abortada y reprimida por la junta militar
birmana), en el sudeste asiático, para desestabilizar y derrocar a la junta
militar aliada de Rusia y de China, utilizando, como ya se hizo en Asia y
Europa del Este, *»revueltas populares»* que piden «democracia» y «derechos
humanos» a tono con reclamos de EEUU y la Unión Europea en la ONU.

Y esa misma táctica, con patrones operativos casi calcados, es la que hoy
están utilizando en Irán para *desestabilizarle el país a los ayatolas*,
debilitarlo a Ahmadineyad y descalificar su triunfo electoral, y solidificar
el «frente reformista» pro-occidental enemigo del régimen teocrático.

*La operación «caballo de troya»*

Como ya lo han revelado diversos informes de medios y analistas de EEUU y
Europa, el plan militar contra Irán contiene una fase de* «plan de
desestabilizació n social»* mediante el cual la CIA y las agencias
estadounidenses y británicas vienen operando un «frente interno» de
oposición que abreva en los sectores «reformistas» , tan enemigos o más
enemigos de los ayatolas que las propias potencias sionistas.

Reportes árabes, europeos y norteamericanos, han señalado una infiltración
creciente de la CIA entre los sectores iraníes «reformistas» con la
finalidad de abrir una cuña de *consenso social para una intervención armada
norteamericana «liberadora» *contra el gobierno y el régimen de los
ayatolas, calificado por EEUU e Israel como exportador de «violencia y
terrorismo».

En Irán, por ejemplo, la idea de combatir al «régimen violento» de los
ayatolas prende en los sectores «reformistas» conducidos por el ahora ex
presidente *Jatami,* que cuenta con respaldo mayoritario entre las clases
medias, la universidad y los medios de comunicación iraníes, no así entre
los sectores de la clase baja mas pobre y desprotegida (la mayoría de la
sociedad iraní) que votaron masivamente por Ahmadineyad.

Para tener en claro como se desarrollan los hechos en Irán hay que partir de
un principio: No hay un solo Irán sino que existen* «dos Irán»*.

El *primer Irán*, islámico confesional, marcadamente antisionista,
anti-Israel y anti-EEUU, se representa en el Estado y en el gobierno de los
ayatolas que controlan con mano de hierro los dos enclaves estratégicos del
poder iraní: la economía y las fuerzas armadas y de seguridad.

El *segundo Irán *se representa en el sector de los «reformistas» (un
segmento de la sociedad formado en la ideología «liberal» y en las pautas de
la sociedad de consumo capitalista occidental) cuyo emergente social y su
ideología «occidentalizada» son incompatibles con el fundamentalismo
religioso del régimen teocrático de los ayatolas.

El primer Irán *está en guerra contra Israel y EEUU*, y el segundo quiere
fusionarse con a la «civilización occidental» y *negociar pautas de
convivencia con Israel y EEUU.*

Como concepto central hay que precisar que el *»Irán reformista»* es tan o
más enemigo del *»Irán fundamentalista» * como lo son Israel y EEUU.* *

Esta es la razón central que explica porqué las clases medias y altas
«reformistas» iraníes son el *natural elemento de infiltración de las
potencias sionistas para derrocar a los ayatolas* y a su gobierno hoy
conducido por Ahmadineyad.

En ese escenario, y como complemento del plan militar, el proyecto
estratégico de EEUU, Israel y las potencias sionistas aliadas, no gira
alrededor de la destrucción de Irán, sino alrededor del* fin de régimen de
los ayatolas.*

Y no hay que confundirse: La guerra de los ayatolas y de los halcones
conservadores contra los «reformistas» no es solamente politico-electoral.

En esencia, los «reformistas» plantean la creación de un* «nuevo
Irán»*exactamente en las antípodas de los valores ideológicos y
religiosos del
régimen teocrático que controla la administració n de la republica de Irán.

Eso los convierte en *columna vertebral* del proyecto de desestabilización
montado en las protestas contra el «fraude».

Y cuyo *desenlace* todavía no está claro.