Un conocido se me acercó y me dijo: “te voy a contar lo que le pasa a mi hermano y otros taxistas como él en Táchira: Hace aproximadamente dos años fueron contactados cada uno en su momento, los miembros de la línea de taxis en San Cristóbal, donde él es socio. Las personas que le hablaron directamente, se identificaron como miembros de las “Águilas Negras” le exigieron el pago de diez mil Bolívares de los viejos a cada uno diariamente, para brindarles protección contra el hampa. Le dijeron que el pago era de absoluta obligatoriedad y quien no lo cancelara, se atenga a las consecuencias. Él, conociendo la historia de lo que pasa en Colombia, acordó por temor, pagar la cuota. Le dieron una contraseña y una calcomanía identificativa – no dice cual es para no correr riesgo, pero se la dan a todos los que pagan la vacuna- desde ese momento se acabaron los asaltos a los que convinieron el pago, los que se negaron, poco a poco los fueron cazando; en los asaltos eran heridos. De mantener la actitud, los mataban sin contemplación — los usaron como escarmiento a los otros rebeldes—
Esta realidad -me dice el interlocutor-, se da con el comercio y con todo lo que tenga relación con la actividad económica de la ciudad, sobre todo, a nivel popular o empresas pequeñas y medianas. El conocido, me indica que tiene conocimiento que eso pasa en casi la totalidad de la región andina, del Zulia y algunos estados llaneros. Luego me dice que eso que dicen en algunos periódicos sobre la complicidad de policías y otros funcionarios que han sido absorbidos por esa mafia es verdad, sobre todo en las zonas señaladas. Cuenta que algunos de los que acudieron a la policía a denunciar ese chantaje, aparecieron luego muertos.
Ahora bien, de esto hasta los medios nacionales han informado, el propio ex vicepresidente José Vicente lo ha dicho en varias ocasiones abiertamente, y la cosa continua empeorando. Lo que yo denuncié en un escrito anterior en Aporrea.org , Anzoateguivive.com, abrebrecha.com, matrizur.org, sobre el modus operandi para incrementar la delincuencia y la inseguridad, por parte de esos narco- paramilitares – terroristas colombianos en Venezuela, que captan a los jóvenes en los barrios, pueblos y caseríos; lo entrenan para delinquir y, así crear las condiciones en las cuales éllos aparecerán después como los salvadores de la seguridad, dándole a la vez un golpe certero a las políticas de seguridad del gobierno nacional, para ir debilitándolo ante el colectivo.
En esa guerra, están implicados el gobierno Norteamericano y sus servicios de inteligencia, la gusanera cubana de Miami, el gobierno Colombiano, con Álvaro Uribe a la cabeza, y la Familia santos, destacando dentro de la oligarquía de ese país. En Venezuela los medios de comunicación ya identificados, Fedecamaras, y la oligarquía criolla, con sus títeres de los partidos de la derecha vende patria.
Esa guerra está ganando terreno, está haciendo mella en el pueblo, el Estado y el Gobierno Venezolano, están siendo derrotados poco a poco. Lo novedoso de esta guerra, es que es de largo aliento. El enemigo adoptó una estrategia a corto plazo, con el golpe de estado y el ataque a los estómagos de los Venezolanos, con la especulación, el acaparamiento, el contrabando etc. Y otra a largo plazo, que es la que está haciendo más daño. Con la inseguridad, el narco – paramilitarismo y el asesinato a mansalva en las calles del país. El ataque frontal y provocador de los medios de comunicación nacionales e internacionales en el terreno político, está siendo utilizado como distracción para desviar la atención sobre el peligro mayor que avanza muy rápido dentro de la sociedad Venezolana. Esto se nota en las cantidades de calles cerradas con rejas en todas las ciudades del país, los enfrentamientos entre vecinos para por un lado, impedirlo y, por el otro imponerlo, hasta algunas alcaldías – muchas rojas rojitas- están violando la constitución al conceder permisos para esta aberración y por el solo hecho de permitir cerrar las calles… La comunicación y trato entre vecinos está siendo atacada y se está dejando en manos de los medios de comunicación televisivos, radiales y escritos, quienes aprovecha para filtrar sus mentiras y sus propagandas dirigidas a reforzar el caos y la desesperanza. El aislamiento y la siembra de la desconfianza entre las personas de una misma comunidad, es parte de la jugada a lograr.
La meta es convertir a la sociedad el reo de la delincuencia y del la gran empresa explotadora. Ya están convirtiendo las ciudades en cárceles a cielo abierto, los hogares en celdas. O el gobierno se pone las pilas muy rápido, o luego será tarde para salir de esta trampa, de la que después será necesario una carnicería para revertir.
El enemigo no duerme y nos odia. Su pretensión de apoderarse de la vida misma de los seres humanos, para usarlos como mercancía, los tiene en permanente búsqueda de metodologías y estrategias. La única manera de contrarrestarlo es aplicando una táctica a su nivel. Ahora se define verdaderamente, la lucha entre dos clases definidas. Los explotadores contra los explotados, no hay clase intermedia, los que creen serlo, solo son instrumentos con privilegios momentáneos, nada más
javiermonagasmaita@yahoo.es