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Con el creciente desempleo, cada vez más norteamericanos no pueden pagar sus cuentas. Nuevas ondas de shock amenazan al mundo financiero.Además, el presidente Barack Obama acosa a los oferentes de tarjetas de crédito y, en tiempo récord, quiere prohibir tasas de hasta 30 por ciento y otros abusos.
El fantasma temido a nivel mundial de las deudas tóxicas de tarjetas de crédito estadounidenses vuelve a rondar. La «prueba de estrés» estatal para los mayores bancos norteamericanos dejó al descubierto los enormes riesgos latentes del dinero plástico.
Con el creciente desempleo, cada vez más norteamericanos no pueden pagar sus cuentas. Nuevas ondas de shock amenazan al mundo financiero.
Además, el presidente Barack Obama acosa a los oferentes de tarjetas de crédito. En tiempo récord, Obama quiere prohibir tasas de hasta 30 por ciento y otros abusos. Lo que concedería más oxígeno a los endeudados ciudadanos podría significar vacíos por miles de millones de dólares adicionales para los consorcios financieros y una nueva ronda de la crisis financiera, según expertos.
La semana pasada se habló de «cese de alarma» y «cuidadosa confianza» tras la publicación de los resultados de la «prueba de estrés» para el rubro bancario. También las bolsas reaccionaron de forma positiva.
Sin embargo, desde entonces hay cada vez más dudas. Los resultados de la «prueba de estrés», que evaluó la estabilidad de las 19 mayores entidades bancarias del país, no son producto de cálculos fundados sino de acuerdos entre las entidades financieras y funcionarios gubernamentales, señaló el «Wall Street Journal».
Un examen más exacto además revela que sólo las deudas por tarjetas de crédito de los 19 mayores bancos norteamericanos podrían causar hasta fines de 2010 pérdidas por hasta 82.400 millones de dólares (61.100 millones de euros).
Oferentes líderes como American Express, Bank of America y J.P. Morgan Chase deben contar en un caso extremo con créditos tóxicos por hasta 20 por ciento.
Algunos expertos ni siquiera creen que el escenario planteado por la Reserva Federal (Fed) sea el peor de los casos. La consultora Oliver Wyman calcula pérdidas por hasta 141.500 millones de dólares, informó hoy el diario «New York Times». Para todo el sector incluso podría ser hasta 186.000 millones de dólares.
La razón: La tasa de desempleo podría subir levemente por encima del 10 por ciento calculado por la Fed. El diario agrega que además los bancos metieron gran parte de los riesgos de las tarjetas en papeles y externalizaron éstos fuera de los balances, exactamente el tipo de práctica que en el caso de los créditos inmobiliarios desembocó en una crisis financiera y económica mundial.
Los norteamericanos aman y odian simultáneamente sus tarjetas de crédito. Todos suelen tener varias, pero al mismo tiempo se quejan de las tasas parcialmente abusivas. Hasta la crisis, los norteamericanos pagaban casi todo con tarjeta, liquidaban a fin de mes una parte y amontonaron una gigantesca montaña de deudas.
Cada hogar estadounidense tiene deudas por 8.400 dólares en concepto de tarjetas de crédito, según los expertos de Moody’s. Y eso sin contar los créditos hipotecarios y otros.
La caída de los precios de las viviendas por la crisis inmobiliaria vedó a los estadounidenses una de sus salidas favoritas: Cuando la tarjeta colapsaba por las deudas, simplemente tomaban otra hipoteca sobre la casa.
Eso se acabó. También el apreciado «hopping de tarjetas de crédito», de una tarjeta a otra, es cada vez más difícil. Tras varios años de codicia desmedida, incluso los bancos norteamericanos son más estrictos con la emisión del dinero plástico debido a los millonarios riesgos.
Sin embargo, además de los créditos impagos, un menor número de tarjetas de crédito son un problema para Estados Unidos, ya que la economía norteamericana vive del consumo. Si los consumidores compran aún menos en medio de la crisis, la recuperación de la economía podría demorar más todavía.
Por ello, Obama presiona en los debates pendientes de esta semana para la ley contra prácticas extremas del rubro. Hace poco informó que quiere firmar la ley en dos semanas y señaló que para él un reforzamiento de la norma previsto para el verano (boreal) de 2010 es demasiado tardío. «El abuso en el sector de las tarjetas de crédito sólo aumentó en el momento más grave de la recesión, justamente cuando los norteamericanos necesitan menos que nunca cargas adicionales», advirtió el fin de semana en un discurso por radio.