Esta postura del movimiento transversal que encabeza el ex mandatario y presidente del Partido Justicialista (Peronista), Néstor Kirchner, no significa pasividad, como lo expresó anoche en entrevista televisiva al insistir en que les queda hasta el sábado para la entrega de sus nóminas.
Pero, como sostiene Kirchner en cada comparecencia, lo que está en juego es el proyecto de país que inició como presidente en mayo del 2003 y continúa su esposa y actual mandataria desde diciembre del 2007.
Sus aliados expresan confianza en el resultado en las urnas, debido al apoyo de los sectores populares ganado con una política de mejor distribución de la riqueza, más empleo, equilibrio en las finanzas, adecentamiento de la justicia y defensa de los derechos humanos.
De lo contrario, advierten, se puede producir un retorno a los críticos años iniciales de este siglo si el ejecutivo no tuviera el respaldo necesario en el Congreso para impulsar leyes y planes conducentes a una mayor equidad y justicia social.
El panorama de la oposición, a juzgar por el discurso de sus líderes, se caracteriza por las descalificaciones al gobierno, el desconocimiento casi total de cualquiera de sus actos y la repetida versión de la necesidad de «un cambio», réplica en español del lema que llevó a Barack Obama a la Casa Blanca, pero cuyo contenido se guardan de formular.
Si bien es cierto que, oficialmente, la campaña electoral comenzó el pasado 29 de abril con el cierre de las consultas del padrón de votantes, no es una exageración decir que las fuerzas políticas enfrentadas al gobierno la iniciaron al día siguiente de la toma de posesión de la presidenta, con un momento de clímax en marzo- junio del año pasado.
Bajo el manto de un rechazo a una medida recaudatoria del gobierno a las exportaciones de granos, principalmente la soya, las patronales del poderoso sector rural realizaron todo tipo de acciones de fuerza que importantes sectores de la intelectualidad calificaron de «un clima destituyente… que se ha considerado con la categoría de golpismo».
Derrotado en el Congreso el proyecto gubernamental, continuó la espiral contestataria alimentada por los políticos, cuyo frente se trasladó ahora a los comicios legislativos.
Quienes consideran que el actual proceso ha traído mejoras al país, sobre todo para los sectores menos favorecidos, y apuestan a su profundización, salieron a dar la cara y a elevar la temperatura política.
Más de 150 mil personas en la concentración de la Confederación General del Trabajo (CGT) por el Primero de Mayo y no menos de 60 mil ayer en una marcha por la principal arteria de la capital, ambas en apoyo al gobierno en las legislativas son dos significantes botones de muestra.