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Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial
“Lo que empezó como una gran crisis financiera y se convirtió en una profunda crisis económica, ahora está derivando en una gran crisis del desempleo y, si no tomamos medidas, hay riesgo de que llegue a ser una grave crisis humana y social, con implicaciones políticas muy importantes”.

Esas fueron las determinantes declaraciones, publicadas ayer en el diario español El País, del presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, quien en la entrevista aseguró, además, que la recuperación será de baja intensidad “porque hay mucha capacidad sin utilizar en la industria y el desempleo va a seguir subiendo. Y ése es un buen caldo de cultivo para políticas populistas y proteccionistas”.

Y añadió: “Ante la crisis nadie sabe con certeza qué va a suceder y lo mejor es estar preparados para cualquier imprevisto”.

Aunque Zoellick cree poco factible un escenario como la depresión de los 30 tampoco lo descartaría del todo.

Aunque se tenga un crecimiento bajo o negativo, el escenario es menos malo del que se esperaba. Se debe seguir saneando al mercado financiero. “La recuperación tardará en llegar”, afirmó el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick.

“Existe un riesgo de aumento del desempleo que creará una crisis social y un peligro de proteccionismo”, así diagnosticó el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, a la crisis global que se adentra con fuerza en el sector real de la economía mundial, en una entrevista publicada ayer en el diario español El País.

Zoellick aseguró que “ los economistas son conscientes de que la recuperación tardará en llegar y será más lenta de lo previsto”.

—Los más optimistas dicen que lo peor ha quedado atrás en el mundo desarrollado. ¿También entre los emergentes?

—Los mercados financieros se han recuperado un poco y en algunos países, tanto desarrollados como emergentes, las bolsas han empezado a subir. Pero hay que tener cuidado porque la utilización de la capacidad de producción sigue muy, muy baja. Ésa es una señal de alerta. Aunque podamos tener un crecimiento bajo o negativo, el escenario es menos malo. Los economistas y la gente de la industria son conscientes de que la recuperación tardará en llegar y será más lenta de lo previsto.

—¿Y qué opina usted?

—Que nadie lo sabe con seguridad. Hay un elevado grado de incertidumbre, de riesgo.

—¿Cuál es el riesgo más peligroso?

—Muchos. Tal vez el principal es que hay que seguir saneando el sistema financiero: EE UU ha dado pasos en la buena dirección, pero aún hay bancos con serias dificultades relacionadas con los préstamos al consumo, las tarjetas de crédito o el sector inmobiliario.

—El Banco Mundial suele atacar también el proteccionismo y ha advertido de dificultades en varias áreas económicas.

—Existen riesgos adicionales. América Latina se ha mantenido razonablemente bien, aunque México y Centroamérica están bajo tensión porque dependen mucho del mercado estadounidense. Europa del Este está en una situación delicada. Otras zonas de penumbra son tanto el peligro asociado al proteccionismo como la deuda privada en el mundo emergente. Y luego existe lo que llamo el factor X, eso que nunca se ve venir -como la gripe A-. Ya sé que todo el mundo está discutiendo si hay brotes verdes o no. Mi opinión es que nadie sabe con certeza lo que va a suceder y lo mejor es estar preparados para cualquier imprevisto.

—Pese a a la incertidumbres, ¿para cuándo fijaría el inicio de la recuperación?

—Hay gente que maneja finales de 2009, otros dicen que a principios de 2010. En cualquier caso va a ser una recuperación de baja intensidad durante un tiempo prolongado, porque hay mucha capacidad sin utilizar en la industria y el paro (desempleo) va a seguir subiendo. Y ése es un buen caldo de cultivo para políticas populistas y proteccionistas.

—¿El riesgo de que se repita una depresión como la de los años treinta ha quedado definitivamente atrás?

—La probabilidad es baja, pero nunca nula. Las dos grandes diferencias con los años treinta son la distinta reacción de los bancos centrales -que han sido muy activos y en los años treinta fueron parte del problema- y el proteccionismo, que entonces cerró los mercados. No creo que una depresión sea probable, pero si pasa sería terrible. Para países en desarrollo, como Colombia o Perú, la persistencia de esta crisis tendría un coste social inmenso, y debemos trabajar para que eso no suceda.

—Tras el incremento vertiginoso del desempleo y las protestas que han aparecido ya en muchos países, ¿ve riesgos de una crisis social?

—Puede ser. Lo que empezó como una gran crisis financiera y se convirtió en una profunda crisis económica, ahora está derivando en una gran crisis del desempleo y, si no tomamos medidas, hay riesgo de que llegue a ser una grave crisis humana y social, con implicaciones políticas muy importantes. La clave pueden ser las medidas de estímulo. Si tomamos como ejemplo China en 1998, la inversión en infraestructuras sirvió para crear empleo, pero también para sentar las bases de la productividad y el crecimiento futuro.