Rózsa Flores, articulador de un grupo de 17 terroristas internacionales y abatido el jueves por la Policía boliviana, desveló que su misión en Bolivia era promover, por la vía armada, la secesión de Santa Cruz y la constitución de un nuevo Estado, durante una entrevista concedida en octubre a un periodista croata, en la que también confirmó la existencia de organizadores y financiadores locales del movimiento separatista.
Prensa Web YVKE, ABI


La ultraderecha internacional se infiltró en Bolivia por conducto del boliviano-húngaro-croata Eduardo Rózsa Flores, jefe de la milicia extranjera que combatió con los secesionistas croatas en la guerra de la ex-Yugoslavia. Rózsa Flores ingresó al país andino, entre septiembre y octubre últimos, una célula de 17 mercenarios reclutados en Hungría, y que, según una investigación del diario bonaerense Página 12, contactó a un grupo de militares ultraderechistas conocidos en Argentina como «carapintadas».

Rózsa Flores, articulador de un grupo de terroristas internacionales y abatido el jueves último por la Policía boliviana, desveló que su misión en Bolivia era promover, por la vía armada, la secesión de Santa Cruz y la constitución de un nuevo Estado, durante una entrevista concedida en octubre último a un periodista croata, Andras Kepes, en la que también confirmó la existencia de organizadores y financiadores locales del movimiento separatista.

«Pasaré de Brasil a Bolivia y comenzaré a organizar una milicia, basada en la decisión de Santa Cruz» de obtener una autonomía de corte federalista, sostuvo en la entrevista que circula en internet.

Rózsa Flores, nacido en 1960 en Santa Cruz, hijo de padre croata y madre boliviana y que pasó buena parte de su vida en Hungría, ingresó ilegalmente a Bolivia por la extensa frontera con Brasil, se estima entre septiembre y octubre último, confió al periodista Kepes.

«Si ellos, el gobierno (de La Paz), no permiten la autonomía de Santa Cruz, Santa Cruz está dispuesto separarse de Bolivia», declaró en húngaro el mercenario, un controvertido personaje que se desempeñó como corresponsal, poeta y escritor y que devino en la milicia ultranacionalista de Croacia.

Una vez encendido el foco secesionista y constituidos grupos armados en Santa Cruz, «entonces declararemos hacia afuera la independencia (de esa región boliviana) y crearemos un nuevo país», admitió durante la entrevista, cuyos fragmentos pasaron las televisoras Unitel y PAT.

Reveló que su misión recibía el financiamiento de grupos específicos en Bolivia.

«Los organizadores proveerán el financiamiento y las armas, las mismas que se obtendrán al margen de la ley. Probablemente desde Brasil, porque en Bolivia el comercio de armas no es legal», entró en detalles en la entrevista de 49 minutos concedida por Rózsa, probablemente antes de partir de Zagreb a Bolivia y en momentos en que grupos civiles se tomaban, en septiembre pasado, en Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija aeropuertos y desbarataban oficinas públicas, en lo que el gobierno de Morales definió como un golpe de Estado cívico prefectural, finalmente abortado.

Rózsa Flores, de 49 años, fue abatido por la Policía boliviana el jueves último en un hotel de Santa Cruz junto al irlandés Dwyer Michel Martin y al rumano Magyarosi Arpak.

Michael Dwyer, de 24 años, viajó de Irlanda a Bolivia en noviembre anterior con un grupo de hasta 17 personas, según un reportaje publicado recientemente por el diario The Irish Times.

Fuentes de la familia Dwyer declararon al impreso que Michael partió a Bolivia «por un período de tres meses de curso de capacitación vinculado a su trabajo en la industria de la seguridad», escribe el reporte especialista en crónica del delito, Conor Lally.

Antes de partir, Michael convenció a su familia que iba a Bolivia a instancias de un «empresario que lo contactó en Belfast».

Conocido como cantante, Magyarosi era integrante de la Comunidad Islámica Húngara y fundador de la Legión Székely, un grupo nacionalista de los húngaros en Rumania. Varias de sus fotografías en internet muestran que se entrenó en el uso de armas.

Los dos europeos y el boliviano-croata, alojados en el cuarto piso del Hotel Las Américas, en el centro de Santa Cruz, contestaron la madrugada del jueves 16 de abril con fuego una operación policial y en la refriega fueron abatidos, de acuerdo con informes de la Policía.

Tras los choques armados, la policía aprehendió a otros integrantes de la banda, el boliviano Mario Tadik (o Fardig) y el húngaro Iedad Tóasó, encarcelados estos últimos en La Paz.

Tóasó fue compañero de estudios de Magyarosi en Rumanía. Era afiliado a la Orden de Malta que tiene supuestos objetivos hospitalarios pero que durante siete siglos fue una orden militar, hasta que tuvo que dejar de serlo tras la conquista de Malta por Napoleón.

La Policía boliviana informó que un sexto integrante de la banda logró escabullirse en medio de la refriega.

Las pericias de policía desatadas el jueves último en Santa Cruz condujeron a un depósito de la Cooperativa de Teléfonos de Santa Cruz (Cotas, privada) en el campo de la Feria de Exposición Santa Cruz (Fexpo), que organiza la privada Cámara Agropecuaria, de Industrias y Comercio (Cainco), donde se halló un arsenal que las autoridades bolivianas suponen iba a ser utilizado para perpetrar diversos atentados terroristas en el país, sumido en un ambiente electoral a ocho meses de los comicios generales en el país.

En el depósito se encontraron varios cilindros de C-4, un explosivo de alto poder destructivo y de uso exclusivo militar, que no se fabrica en Bolivia.

La operación antiterrorista, por parte de un cuerpo élite de la Policía de Bolivia, se registró horas después que desconocidos explotaran un artefacto en las puertas de la residencia del cardenal boliviano Julio Terrazas, sin causar más que daños materiales.

Los vínculos establecidos por Rózsa Flores se extendieron, por otro lado, a la ultraderecha argentina, según un reportaje de Página 12 que puso en escena el nombre de un tal Jorge Mones Ruiz, un seguidor del militar Aldo Rico, que se alzó contra el gobierno constitucional de Raúl Alfonsín.

De acuerdo con la periodista Nora Veira, de Página 12, Mones Ruiz se habría reunido los primeros días de este mes en Santa Cruz con Rózsa Flores.

Mones Ruiz oficia como delegado argentino en UnaAmérica, una organización de ultraderecha que pretende ser la contracara de Unasur, en una cruzada por denunciar a los gobiernos izquierdistas de América Latina, que recluta fieles y financiamiento en la derecha de Colombia.

Mones Ruiz estuvo destinado como oficial de inteligencia del Ejército argentino en Bolivia durante un tramo de la última dictadura, a mediados de los ‘80 y suele jactarse del conocimiento de sus camaradas y ex camaradas bolivianos.

En su reciente viaje a Bolivia lo acompañó Liliana Raffo de Fernández Cutiellos, viuda del teniente coronel Horacio Fernández Cutiellos, muerto durante el intento de copamiento del Regimiento de La Tablada por parte del Movimiento Todos por la Patria en Argentina.

La mujer visitó en prisión al ex prefecto de Pando Leopoldo Fernández, acusado de conspirar contra el gobierno de Morales y de la matanza de campesinos amazónicos en setiembre último.

La mujer y el mayor de Caballería, que se levantó en armas para impedir los juicios por delitos de lesa humanidad junto a Aldo Rico, habrían conseguido credenciales de corresponsales del diario Estrella del Oriente, según la investigación de Página 12.

De acuerdo con el analista boliviano, Marcos Domic, se trata de la «conexión ústachas», fascistas croatas, vinculada con la derecha fascistizada de Santa Cruz.

«Un punto de principio, en el análisis, es que la vinculación no es entre croatas y descendientes de croatas, sino entre fascistas de origen croata con otros fascistas que de alguna manera se vincularon con Croacia post yugoslava. Es decir se trata de vinculaciones ante todo políticas. Se conectaron fascistas con fascistas. No importa dónde hubieran nacido, qué idiomas hablaban, cuál era el color de su cabello o qué religión profesaban», escribió Domic.

«Y son vinculaciones antiguas, que tienen una historia. Esta se remonta a la segunda mitad de los años de 1940 y dura, al menos, hasta 1950. Notables personajes bolivianos tuvieron contactos con Ante Pavelic, el ústacha puesto a dirigir el «Estado Croata Independiente», bajo la ocupación nazi del entonces Reino de Yugoslavia.