Desde Asia Oriental hasta el Oriente Medio, desde América del Sur hasta Europa, Obama y sus altos funcionarios, con sonrisa en la cara y ramas de olivo en la mano, despliegan “la ofensiva diplomática de primavera”. En Turquia, Obama manifestó que nunca había pensado en una guerra con el mundo árabe, y expresó su disposición al diálogo con Irán. En Europa, formuló la iniciativa de desnuclearización global, y proferió palabras que más agradan al oído de los europeos. En Ginebra EEUU y Rusia se comprometieron “reanudar” las relaciones bilaterales. En Asia la secretaria de Estado Hillary visitó primero cuatro países de esta región después de asumir su cargo, calificando este viaje de “gira de escucha”. … Con esta política diplomática la Administración de Obama comienza a demostrar a las claras su diferencia con el Gobierno anterior.
EEUU es la primera potencia mundial y también la fuerza protagonista para mantener el actual orden internacional. El cambio de su política diplomática producirá sin duda alguna repercusiones profundas en la situación internacional. A juzgar por la tendencia actual, esta diplomacia, caracterizada principalmente por el “poder sutil”, ha producido un determinado efecto positivo para mejorar la imagen de EEUU y suavizar los problemas candentes del mundo.
El reajuste de la política diplomática de Obama contribuye en primer lugar a la reparación de las relaciones de EEUU con algunos países, consolida y fortalece la cooperación con sus aliados. En segundo lugar, en el gran contexto de los cambios políticos del mundo, la influencia de la opinión pública crece progresivamente, y constituye un punto importante en la disputa entre las potencias en la escena internacional. La política diplomática de Obama ayuda evidentemente al mejoramiento de la imagen de EEUU en la opinión de las masas mundiales. En tercer lugar, EEUU encara actualmente una seria crisis financiera. Tiene que recurrir más al poder blando y menos al poder duro. Esto le ayuda a aligerar sus cargas, favoreciendo la inversión de grandes recursos financiero, humano y material en la recuperación económica.
La política diplomática de Obama demuestra ante la opinión pública internacional estas características relevantes: mayor flexibilidad, elevada dosis de buena voluntad y gran afinidad con acento puesto en negociaciones diplomáticas. Pero la esencia de esta política diplomática es moldear una influencia moral y ocupar la altura ética por medio de flexibilidad, buena voluntad y estilo “sutil e inteligente”.
EEUU no abandonará su hegemonismo en los asuntos globales. Es posible que en el pasado recurrió más a las fuerzas armadas y fuerzas de disuasión para alcanzar este objetivo estratégico. Pero en el presente y futuro, hará hincapié en la fuerza moral y convocatoria para controlar el mundo.
Desde luego, controlar los asuntos internacionales por medio de la fuerza moral no significa deshacer definitivamente el garrote, sino demostrar zanahoria dulce. Sea lo que sea, envolver el garrote con esponja blanda, o recurrir a zanahoria primero y el garrote después, EEUU no abandonará sus fuerzas militares como poderoso espaldo. Pero cuando EEUU hace uso de la fuerza blanda en forma más dinámica y más activa, se creará en los asuntos internacionales una fuerza que EEUU dirige con la opinión pública internacional como elemento de contención.
La diplomacia es una especie de lucha política. Uno de sus principios básicos es obtener el mayor beneficio con el menor costo. El reajuste de la política diplomática de Obama persigue evidentemente reducir el “costo”, pero sin cambiar su objetivo de lograr el mayor beneficio. Lo que queda por ver en el futuro es que cuando EEUU reduce el recurso al poderío duro, qué efecto producirá esto en la configuración política, económica y de seguridad en el mundo entero. Especialmente cuando se enfrentan más desafíos no tradicionales para la seguridad, podrá o no el Gobierno de Obama seguir dando respuestas más adecuadas a ellos con el menor costo.
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