“No es un muro”, insistió la noche del martes el intendente (alcalde) de San Isidro, Gustavo Posse, luego de que se difundieran las imágenes de un vallado con pies de cemento que separa dos zonas, una muy pobre de otra no tan pobre en el límite entre su distrito y San Fernando.
Según el intendente, la medida es una de las tantas formas “de cierre” y fue dispuesta tras las reiteradas quejas de 33 frentistas del barrio Villa Jardín, “un barrio obrero propietario”. Del otro lado, hay un conjunto de fábricas y depósitos entre los que cuelan casillas humildes.
Cuando los operarios comenzaron a instalar los bloques de cemento, los vecinos salieron a detenerlos. Al final huyeron abucheados, mientras se armaba una manifestación contra esta medida de seguridad. “Posse, la dictadura ya se acabó”, indicaba una pancarta colgada de las rejas.
“El municipio planifica en distintas zonas algunos cierres, físicos o virtuales, como para cortar los corredores a los delincuentes” , dijo Posse para justificarse. Según el intendente, iba a tener 250 metros de largo, aunque hubo versiones de que la separación sería de 400 a 700 metros.
Al tener que rodear la pared, se dificulta la huida a los potenciales criminales, explicó Posse.
Anoche, varios legisladores opositores se acercaron a los manifestantes antivallado y los disuadieron luego de que se sumara la guardia de infantería. Desde la intendencia de San Fernando aseguraron que este miércoles se presentará un recurso de amparo porque se está impidiendo la libre circulación.
Entre los cientos de vecinos que se manifestaron en contra del proyecto estaba Mirta, quien aseguró a Efe que trabaja «en un comedor comunitario de San Fernando que le da de comer a ancianos de San Isidro y jamás les negó nada a pesar de ser de otro barrio».
«Es indignante lo que está pasando. Este muro no hace más que ahondar las diferencias entre los barrios. Queremos soluciones que tengan que ver con seguridad y no que discriminen para que entre pobres nos terminemos matando», señaló a su vez María, vecina de San Isidro.
Marcos, un residente del elegante barrio de La Horqueta que también participó en la manifestación, dijo haberse acercado «a apoyar la protesta» por estar «totalmente en desacuerdo con este muro».
«Lo que necesitamos en Argentina y especialmente en San Isidro es construir puentes y no muros que nos separen. Uno de los principales problemas que tenemos es la falta de seguridad, pero los que más la sufren son los que viven en los barrios más humildes», agregó.
Por su parte el ministro de Seguridad de la provincia, Carlos Stornelli, consideró que la construcción del paredón «es un error que hay que reparar» y sostuvo que «es una responsabilidad del gobierno provincial impedir» que continúen las obras, que se interrumpieron esta mañana.
«No puede haber muros que impidan la libre circulación y está la policía para impedirlo. Más allá de la preocupación de la gente de esa zona y de otras (por la inseguridad), no hay ninguna crisis que haga necesario semejante disparate», enfatizó.