Pedro Echeverría V.
1. El cinismo total de gobierno y legisladores para legalizar los insultantes salarios y prestaciones que reciben, es evidente. ¿Por eso dicen que México es un país de cínicos? México con un salario mínimo oficial de 1 500 pesos al mes (100 dólares), lo legisladores aprobaron un salario máximo (el del presidente) de 500 mil pesos al mes (33 mil dólares), es decir, 330 veces superior. En vez de bajar el salario del presidente a 50 mil pesos (salario máximo) y subir el de los trabajadores a 5 mil pesos (salario mínimo) para que la diferencia sea de 10 veces, legitimaron un estratosférico salario que está muy por encima de lo que ganan los presidentes de países de las siete economías más grandes del mundo. Les preguntaríamos: ¿Por qué en vez de joder a México no joden a su muy querida progenitora?
2. Lo grave es que hasta los diputados autocalificados de izquierda, (por ser alumnos del PRI y del PAN) se han acostumbrados ya al despilfarro en restaurantes, viajes y compras en la cuenta del partido o del congreso; se ponen alegres, votan o avalan con su presencia tales atracos contra el pueblo, que es el que crea con su trabajo el presupuesto público. Imaginen nada más: ningún funcionario podrá cobrar más de 500 mil pesos al mes, (más que el presidente) así que los diputados, senadores, presidentes municipales que apenas cobran 200 o 300 mil pesos al mes todavía tienen un margen para subirse el salario. Los trabajadores mexicanos, sobre todo en el campo, ganan menos de un salario mínimo, la mayoría un salario mínimo y los “privilegiados” más de un salario mínimo; pero el promedio es un salario mínimo.
3. En México los funcionarios, cuando declaran los salarios que ganan, acostumbran hablar de su salario base y callan (tramposamente) las compensaciones que por lo general son mayores. También silencian los bonos, los salarios extras por comisiones y los regalos de vehículos, celulares, “igualas”, etcétera. Pero aunado a ello pueden contratar asesores, ayudantes, choferes y servicios personales para sus familias con guardaespaldas, a cuenta del presupuesto público. Además de servicios médicos especiales y en el extranjero, gozan de vales de gasolina e insultantes viáticos en sus viajes en la República y en otros países. Por eso López Obrador ha denunciado que los funcionarios de la Suprema Corte y del IFE ganan más de 600 mil pesos al mes. (100 más que el presidente)
4. Por lo anterior, aunado a toda la corrupción institucionalizada, México es de los tres o cuatro países con mayores desigualdades en el mundo. Mientras aquí en cifras oficiales se reconoce que de nuestros 107 millones de habitantes, el 70 por ciento de la población vive en la pobreza económica y 30 por ciento se encuentra en la miseria y la desesperación, un puñado de ricos (que no llega a cinco mil) acumula cada vez más y mayores riquezas, propiedades e inversiones en bancos, industrias, grandes comercios, en tierras, etcétera. En tanto se reconoce que México ha crecido en sólo 1.5 en los últimos nueve años, que el desempleo se ha incrementado exageradamente y que los salarios que se pagan son miserables, los ricos mexicanos sacan del país miles de millones de dólares para obtener mayores ganancias ante las devaluaciones.
5. Según confiesa la ONU, “pese al considerable crecimiento económico en algunas regiones, el mundo es más desigual que hace 10 años. No seremos capaces de avanzar en la agenda del desarrollo sin atender el desafío de la desigualdad entre los países. Las políticas destinadas a potenciar el crecimiento económico se demuestran insuficientes para detener el aumento en los índices de pobreza. La tendencia está conduciendo a la concentración de la riqueza en pocas manos. El desempleo continúa siendo elevado, sobre todo en la franja de los más jóvenes. Un 47 por ciento de los 186 millones de desocupados en el mundo son jóvenes; millones de personas que trabajan no logran quebrar con la pobreza al no poder superar la barrera del dólar diario”
6. Entre 10 países seleccionados de América Latina, México ocupa el quinto lugar en desigualdad y se ubica entre las doce sociedades más desiguales del mundo. El especialista Miguel Székely señala que México está entre los países más desiguales de América Latina debido no sólo a la desproporcionada concentración en el 10% de la población más rica, sino también por las desigualdades educativas, las diferencias en la participación de la mujer, el número de hijos por familia y las diferentes oportunidades que ofrecen las distintas regiones del país. El problema no tiene que ver solamente con la pobreza extrema sino, fundamentalmente, con la riqueza excesiva. La lucha contra la pobreza pasa por una redistribución del ingreso; la deducción es relativamente fácil: México requiere una reforma fiscal que responda a criterios de calidad y equidad.
7. Ese es el planteamiento científico, pero lo que se requiere en México (después de mil un estudios científicos que se han presentado) es un planteamiento político que permita acabar con esa profunda injusticia en que se ha mantenido el país (durante siglos) a más del 70 por ciento de los mexicanos en las más extremas condiciones de pobreza y desigualdad. No basta tener los estudios, los fundamentos, las propuestas y la razón, se requiere de la fuerza de los movimientos de masas para imponerse al poder de los grandes burgueses y sus aliados nuestras demandas y consolidarlas con acciones. Nos hemos pasado años, décadas, siglos, dominados por la plutocracia de políticos y empresarios, así como por los medios de información a su servicio, que nos han prolongado nuestra miseria con falsas promesas y esperanzas.
8. ¿Cómo es posible aceptar la legalización de un salario máximo de 500 mil pesos al mes para un puñado de altos funcionarios y un salario mínimo de 1500 pesos mensuales para los trabajadores, con una diferencia de 330 veces? ¿Cuándo despertará el pueblo o se dará cuenta que es miserable porque lo mantienen en la opresión, en el engaño y la enajenación? Pero también hay que aceptar que el pueblo no es cobarde por no luchar, sino que simplemente vive cargando una pesada bota, bien cubierta de ideología, que le impide ver su realidad. Mientras la clase política y empresarial le juegan el dedo en la boca con regalos y promesas en tiempos de elecciones, el pueblo “escoge” para “elegir” a los nuevos legisladores y funcionarios que le seguirán saqueando su patrimonio. Ni modo, hay que seguir luchando con tesón para que el pueblo despierte.