Juan Manuel Bueno Soria*
Mientras que los medios internacionales pretenden promover que los acuerdos emanados de la reunión del G-20 permitirán la sobrevivencia del deteriorado sistema financiero internacional, los países del Sur se perfilan hacia el establecimiento de una nueva arquitectura económica mundial, en base al desarrollo de esfuerzos financieros de alto impacto, como la creación de nuevos bancos y de acuerdos regionales innovadores.

El comunicado del G-20, ahora conocido como “El Consenso de Londres”, en el que se da a conocer el otorgamiento de un billón de dólares al FMI, no es convincente a los ojos de la sociedad internacional, a pesar de poner en relieve otras medidas como la publicación de una lista de paraísos fiscales y el fin del secreto bancario. De hecho, se pasaron por alto las expectativas de más de 180 países que no estuvieron ahí presentes, así como las recomendaciones de organismos independientes que se han dado a la tarea de analizar el desarrollo de la economía mundial y de sus principales variables.

No obstante la consolidación del FMI, la situación mundial permanece incierta, pues en el fondo nos encontramos lejos de la concertación de un acuerdo mundial sostenible.

Los pendientes del Consenso de Londres

La declaración final de Londres deja en el aire las inquietudes de varios países en torno a la creación de una divisa más consistente que el dólar americano, que sin sobresaltos, facilite los intercambios de bienes y servicios a nivel mundial. Recordemos que pocos días antes de la reunión del G-20, el presidente del Banco Popular de China propuso la introducción de una divisa estable y no vinculada a un país concreto, la cual beneficiaría al sistema financiero mundial, posición similar a la de Rusia y a la de Brasil.

Por su parte, el Global Europe Anticipation Bulletin, editado por el think-tank LEAP/Europe 2020, publicó en la edición internacional del Financial Times de 24/03/2009, una carta abierta dirigida a los integrantes de la Cumbre del G20 con el encabezado siguiente: “Última oportunidad antes de la desarticulación política global”, en cuyo texto se encuentran las recomendaciones siguientes:

1. La solución de la crisis estriba en crear una nueva moneda de reserva internacional. Recomienda “reformar el sistema monetario y crear una nueva moneda de reserva internacional” y previene “Mientras este problema estratégico no sea abordado y resuelto, la crisis se agravará”. Así mismo, sugiere que la moneda podría crearse sobre la base de una cesta de divisas de las principales economías mundiales y entrar en funcionamiento a partir del 1º de enero de 2010.

2. Implementar los sistemas de control bancarios lo antes posible. Se refiere a la necesidad de crear un sistema de control a escala mundial, y demanda la pronta nacionalización de las instituciones financieras, como única manera para prevenir que éstas inicien un nuevo episodio de enorme endeudamiento.

3. Hacer que el FMI evalúe los sistemas financieros estadounidense, británico y suizo. Es esencial que para julio de este año, el FMI presente al G-20, una evaluación independiente, para conocer “el daño causado por la crisis dentro de estos tres pilares del sistema financiero mundial”.

La carta abierta termina diciendo que “la tarea del G-20 es restituir la confianza a 6 mil millones de personas y a múltiples organizaciones públicas y privadas”, y previene que de no ponerse en práctica estas medidas, “la desarticulación geopolítica mundial se volverá inevitable a fines de este año”.

Hasta ahora, la totalidad de los miembros del G-20 parecen aceptar sin reticencias los puntos acordados en el Consenso de Londres. Queda por conocer las destrezas de los gobiernos nacionales para superar las protestas ciudadanas, en respuesta a las inéditas situaciones locales caracterizadas por el cierre masivo de empresas, el desempleo y la migración intensa. Este es el caso de México, país que además reincide en lo que se conoce como el círculo vicioso del endeudamiento, pues obtuvo un préstamo por 47 mil millones de dólares, duplicando con ello su deuda externa.

La situación es todavía más incierta para las naciones que no fueron invitadas a la cumbre de Londres, con excepción de algunos países del Sur, que han respondido con acciones específicas y audaces, que les permitirán minimizar los efectos de la crisis internacional y continuar con sus proyectos de desarrollo regional.

La respuesta del Sur

Las reacciones de los países del Sur a las repetitivas crisis económicas no son recientes. Basta consultar los discursos emitidos por diversos jefes de estado y de gobierno en el transcurso de la llamada Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas en septiembre del 2000. De ahí surgió la Campaña del Milenio, con objetivos precisos para cumplirse a más tardar en el 2015. De las metas planteadas, ahora inalcanzables, la más destacada era el terminar con la pobreza. Del incumplimiento de las mismas tienen gran responsabilidad el FMI y el BM, organismos oficialmente asociados al programa denominado: Objetivos de Desarrollo del Milenio. ¿Se les fincarán responsabilidades?

En aquella cumbre, el primer ministro de Irlanda, Bertie Ahern, fue quien dejó el resumen más dramático de la situación imperante en el mundo subdesarrollado: “la mitad de la población mundial lucha por vivir con un ingreso menor a dos dólares diarios, y unos 250 millones intentan hacerlo con menos de un dólar al día. Además, 250 millones de niños de 14 años o menos trabajan, a veces en condiciones terribles”, y agregó: «10 personas morirán de malaria en los cinco minutos que tomo para hablar ante ustedes».

El presidente Chávez, uno de los 70 oradores que tomaron su turno ante el micrófono en la Asamblea General, señaló: “las graves crisis del siglo XX se gestaron por las abismales diferencias entre dirigentes y dirigidos, entre pobres y ricos, entre explotadores y explotados… entre un comportamiento retórico y formalista de los organismos internacionales y los conflictos y padecimientos de los pueblos». Agregó: «Lo que hay que dilucidar, entonces, es si el mundo de este nuevo milenio seguirá funcionando de esa forma perversa, o si hay posibilidades de cambio». Asimismo, en base a la propuesta de Kofi Annan, de reducir a la mitad la proporción de personas que en todo el mundo – el 22%- tienen ingresos inferiores a un dólar diario, el presidente de Venezuela señaló que para cumplir con la meta establecida, se tendría que elevar el ingreso de 140 mil personas, cada día de cada mes y de cada año, comenzando en ese mismo momento, 7 de septiembre del 2000, hasta el 31 de diciembre del 2015. Ante ello propone, apelando al derecho internacional “un cambio estructural en la Organización de las Naciones Unidas…”; “asumir plenamente la realidad, dejando de lado el doble discurso y reivindicando las normas del derecho internacional que hagan posible la plena igualdad de todos los pueblos sobre la tierra”.

En marzo del 2002, bajo los auspicios de la ONU y del FMI, se efectúa en la ciudad de Monterrey, México, la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo. El presidente Chávez se presenta en ese foro en su carácter de presidente del Grupo de los 77 más China y propone la creación de un Fondo Humanitario Internacional (FHI), “alimentado por un porcentaje de la deuda externa del mundo y por otro porcentaje de los gastos militares efectuado por el mundo en desarrollo, así como un porcentaje de las confiscaciones al narcotráfico o de un impuesto mundial a las transacciones especulativas y a los paraísos fiscales”. Ante esas propuestas, la Conferencia de Monterrey guardó silencio.

No obstante la inflexibilidad mostrada por los organismos financieros multilaterales, la construcción de una nueva arquitectura financiera internacional continúa. Entre los avances más importantes señalamos:

El SUCRE. Los países integrantes del la Alternativa Bolivariana para las Américas, (ALBA), integrada por Bolivia, Honduras, Cuba, Nicaragua y Venezuela han trabajado intensamente este año para la instauración de la moneda que se llamará SUCRE (Sistema Único de Compensación Regional), como una fórmula sustitutiva del dólar para el intercambio comercial. Dominica participa en el proyecto como observador, en base a su experiencia en la utilización del dólar caribeño, una moneda común de varios países del Caribe Oriental. El sucre comenzaría a operar de manera virtual, como símbolo de valor para el intercambio del grupo y después se imprimiría como papel moneda para su uso cotidiano. Este es el camino del euro que comenzó como una unidad contable denominada ECU (European Currency Unit), que servía para el intercambio entre los países de la Comunidad.
· El Banco del Sur. Creado por Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay, Paraguay y Venezuela a finales de 2007, recibió el 23 de marzo pasado, en el transcurso de una reunión ministerial, la aprobación para iniciar actividades con un capital inicial de 10 mil millones de dólares. En mayo próximo, los ministros sostendrán una nueva reunión en Buenos Aires, tras lo cual se convocará a una cumbre presidencial en Caracas para definir la fecha de inicio de sus operaciones.

La Cumbre ASPA. El martes 31 de marzo pasado, apenas dos días antes de la reunión del G 20 en Londres, 12 países sudamericanos y 22 árabes se reunieron por segunda ocasión en Doha, Qatar, para luchar contra la especulación financiera. En la reunión, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez habló de un banco de la OPEP y reiteró la necesidad de una nueva moneda internacional que podría llamarse petromoneda. El Global Europe Anticipation Bulletin ha denominado esta moneda el Khaleeji, la cual saldría a circulación en enero de 2010.
· El Banco venezolano-iraní. Inaugurado el pasado 3 de abril por los presidentes de Venezuela e Irán, un día después del G-20, es una respuesta emblemática al imperialismo financiero, con la cual comienza a delinearse una nueva arquitectura financiera en el corto plazo. El banco tendrá como capital inicial mil 200 millones de dólares, 600 por la parte venezolana y 600 por la parte iraní. Ello permitirá financiar los proyectos productivos de ambos países como los de la empresa petrolera iraní Petropars y la estatal Petróleos de Venezuela S.A. para la construcción de buques petroleros, así como los relativos al desarrollo de las operaciones comerciales y de producción de hidrocarburos en ambas naciones. El impacto de este banco permitirá operaciones de apalancamiento con diversas instituciones financieras, así como el desarrollo de convenios con otros bancos de Oriente Medio.

En suma, ante las contradicciones surgidas del Consenso de Londres, varios países del Sur han consolidado sus acciones en vías de una nueva concepción de las relaciones financieras internacionales, a contravía de la crisis económica capitalista mundial. En este proceso, es por demás deseable el apoyo total y la plena participación de la ciudadanía de los países involucrados en estas acciones de alcance mundial.

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* Dr. en Derecho de la Cooperación Internacional, Universidad de Toulouse I, Francia