Prensa web YVKE (Patricia Rivas), Agencias
El Fondo Monetario Internacional (FMI) triplicará sus recursos y recibirá 500.000 millones de dólares adicionales a los 250.000 millones ya comprometidos para este organismo, y habrá otros fondos para el Banco Mundial (BM) y el Foro de Estabilidad Financiera. Recursos que irán destinados a «rescatar» a naciones en emergencia financiera como los de la Europa del Este.
Esto se traducirá en un gigantesco incremento de la deuda externa de esos países, que volverán a estar supeditados a las medidas de ajuste estructural impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que obligan a los Estados receptores de sus créditos a recortes sociales y políticas de privatización y precarización del empleo.
El acuerdo del G-20 incluye una reforma del sistema financiero y un fondo de 1 billón de dólares (743.000 millones de euros) para los organismos multilaterales, según anunció el primer ministro británico, Gordon Brown.
«Este es el día en que el mundo se unió para luchar conjuntamente contra la recesión global», dijo Brown en una intervención ante la prensa tras finalizar la cumbre del G-20 en Londres, que no fija nuevos estímulos para impulsar la economía y sólo se refiere a ellos de forma genérica.
El acuerdo se alcanzó tras duras negociaciones entre los países que, como Alemania y Francia, daban prioridad a la regulación del sistema financiero internacional y los que, como EE.UU., abogaban por estímulos fiscales (rebaja de impuestos a los empresarios) para impulsar la economía.
El primer ministro británico aseguró que el G-20 lanza un mensaje claro de que «en esta era global nuestra prosperidad es indivisible» y de que «son necesarias soluciones globales a los problemas globales».
El consenso de Londres sustituye al de Washington
Brown dijo que «el consenso de Washington está superado» y que ha llegado «un nuevo consenso», en el que el comercio mundial debe convertirse «en un motor del crecimiento».
Los jefes de Estado y de Gobierno acordaron una reforma del sistema financiero global, incluidos los hedge funds (fondos de alto riesgo), el control de las agencias de calificación y el establecimiento de un sistema internacional contable más claro.
«El secreto bancario es una cosa del pasado», subrayó Brown, quien añadió que es necesario «limpiar los bancos» para restablecer las líneas crediticias a empresas y ciudadanos, y que también habrá nuevas reglas sobre los bonos de los directivos bancarios.
Los líderes políticos del G-20, grupo que representa al 85% de la economía y a dos tercios de la población mundial, acordaron además medidas concretas contra el proteccionismo y decidieron establecer sanciones contra los paraísos fiscales.
No hubo acuerdo sobre nuevos estímulos para impulsar la economía, tras las distintas posiciones expresadas por EE.UU. y los países de la Europa continental, especialmente Francia y Alemania. Este apartado se quedó en una referencia a «hacer todo lo que sea necesario» para recuperar las economías del planeta.
En lo que se refiere a los paraísos fiscales, el G-20 acordó sanciones para los países que no suscriban las normas de transparencia de la OCDE destinadas a luchar contra el lavado de dinero y la evasión fiscal, aunque está por determinar si habrá una «lista negra» de países que no cumplen con la normativa.
La recuperación del comercio internacional también recibió un fuerte impulso en la cumbre de Londres con la aprobación de un paquete de unos 250.000 millones de dólares.
Doble rasero en el combate al proteccionismo
El acuerdo del G-20 incluye la iniciativa de señalar públicamente a los países que incurren en prácticas proteccionistas, aunque nadie se atrevió a señalar a Estados Unidos, país que subvenciona fuertemente a sus productores nacionales y acaba de supeditar el paquete de rescate financiero a la consigna «Buy American» (Compre productos estadounidenses).
Los jefes de Estado y de Gobierno debatieron la posibilidad de que la Organización Mundial del Comercio (OMC) tenga un mayor papel y pueda convertirse en una suerte de «foro independiente internacional que controle eventuales medidas proteccionistas».
«La OMC tiene que tener un mayor papel para que si ocurre algo en este sentido (políticas proteccionistas) haya un foro independiente internacional donde se puedan adoptar medidas», dijo el ministro británico de Economía, Alistair Darling, en medio de los debates.
El ministro expresó su confianza en que los jefes de Estado y de Gobierno del G-20 alcancen un compromiso en el que «se considere de manera muy seria que cuando se adoptan medidas para proteger las economías hay que atenerse a las consecuencias».
«Todos los países son conscientes de que si repetimos los errores de los años 30, cuando se pusieron barreras al comercio, la recesión se prolongará años. No podemos permitir que eso vuelva a pasar. Tenemos que estar preparados para pasar a la acción donde veamos que hay proteccionismo», añadió el ministro británico.
De esta forma, la Organización Mundial del Comercio, que en los últimos 20 años ha servido para imponer el libre mercado y presionar a los países en desarrollo a la apertura total de sus economías, se convertirá en una suerte de «gendarme mundial» del libre mercado, con capacidad para adoptar sanciones. Pero con un doble rasero.
El ministro británico de Economía reconoció que la preocupación está especialmente presente en los Gobiernos de los países emergentes y en desarrollo, y dijo que las medidas proteccionistas «son algo que tenemos que detener, porque al final nos harán más pobres a todos».
América Latina estuvo representada en el foro de Londres por los mandatarios de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; México, Felipe Calderón, y Argentina, Cristina Fernández, quien canceló sus actividades de este jueves para asistir en Buenos Aires a los funerales del ex presidente Raúl Alfonsín, fallecido el miércoles.
El resto de países participantes son Rusia, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Canadá, Japón, la Unión Europea, Argentina, Australia, Brasil, Corea del Sur, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudita, Suráfrica y Turquía.
España, República Checa y Holanda asistieron como invitados, así como representantes del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Unión Africana, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y la Nueva Asociación para el Desarrollo de África.