Y de verdad, el Fondo Monetario Internacional en su oficio de sepulturero no ha descansado en los últimos sesenta y cinco años en abrir fosas por todo el territorio de América Latina. Inclusive, abrieron una en su propia casa (Estados Unidos) para enterrar las botijas saqueadas a los pueblos latinoamericanos. Pero como la maldad no es eterna, un buen día por la mañana, el señor capitalismo se hizo acompañar del sepulturero para ir a ver la fosa donde guardaban las botijas. De repente la tierra se movió y ambos fueron lanzados al fondo de la tumba, la cual va cediendo terreno cada día que pasa. En pocas palabras, el señor capitalismo y su sepulturero se están hundiendo y van rumbo al abismo. Cuando mueran definitivamente y por principio cristiano, habrá que terminarlos de enterrar, porque el olor a capitalismo muerto debe ser insoportable. Si huele a azufre estando vivo, como será con el cuerpo putrefacto.
Mientras el señor capitalismo y su sepulturero se hunden en su propio barro, de la tierra escarbada de los pueblos nuestros comienzan a surgir las voces que claman para que cesé la falsa democracia, los falsos liderazgos de la extrema derecha y la explotación capitalista, que ha llevado a nuestros sociedades hasta las tierras áridas de la miseria, el hambre y la exclusión.
Permitir que el Fondo Monetario Internacional salga de ese barranco es darle la oportunidad al verdugo, al sepulturero que con sus picos y palas ha abierto las venas de América Latina para que no quede ni una gota de sangre en el cuerpo de nuestras naciones. Por ello es inaceptable que después de la última Cumbre del G-20, celebrada a comienzos del mes en curso, se le pretenda asignar más recursos al FMI, cuando sabemos que es un instrumento del imperialismo y principal impulsor, conjuntamente con el Banco Mundial, de la dictadura económica impuesta a nuestros pueblos. Por ello nos unimos al rechazo manifestado por nuestro presidente, Hugo Chávez, y el presidente de la hermana república de Ecuador, Rafael Correa, quienes elevaron su voz de protesta ante tales pretensiones.
Ya nadie cree en el FMI, excepto el imperio. Hay que dejarlo allí en el foso para que termine de hundirse con el capitalismo, que tanto mal le ha hecho al noventa y cinco por ciento de la población mundial, considerando la cifra de un último censo que estima en 6.331.390.346 de personas que habitan la tierra. Capitalismo es igual a miseria, hambre, explotación y destrucción. Quien diga lo contrario es mejor que cave su propia tumba.
*Politólogo