Como otro trovador del dolo, del sablazo y del timo Ledezma balbucea, grita y muestra su baba tazada en dólares; un cuarto de litro de soflama de baba a 30 mil dólares…; habla de corazones, de sueños aherrojados, de las maldiciones encubiertas y trapos rotos de estrellas y colores entre esperanzas trituradas. A todos los filósofos no hace sino mentarles la abuela: a Montesquieu, a Rousseau, a Diderot, hablando de derechos difusos impetrables y humanos. Un adeco que no representa sino a una manada de apendejecidos mirones de Globovisión, y más nada.
Este Ledezma no representa sino a los partidos rapaces que nos han arruinado y cuyos abogados provienen de universidades que no producen sino exquisitos ladrones. Extractos de los rábulas del sofisma que mientras más ducho son en leyes más maulas y más sinvergüenzas, diciendo que todo lo aprobado por la AN es “violatorio” del artículo 18 de la Constitución el cual, contempla y ordena mantener el carácter democrático y participativo de la autoridad que represente al Distrito Capital.”, Toma. Como todos los estafermos de las leyes, empezando por Francisco de Paula Santander, siguiendo por el jurista Francisco Soto, el jurisconsulto Vicente Azuero y los proto-mandarines del pensamiento liberal Florentino González y Miguel Peña, quienes mataron a la república con sus interesadas interpretaciones de los códigos y de las constituciones.
Ledezma jura que ha sido elegido para mandar a todos los niveles y mantener en el centro una guarimba ambulante y a vocación perpetua, con correlaciones jurídico-administrativa sin ninguna autoridad que lo controle. Como cuando mandaba con CAP.
Por eso cumpliendo con la Operación Jaque al Rey ha dicho que el paso que viene será sitiar el centro y entregarlo a las fieras de los de los rabiosos fanáticos de Globovisión.
Goicochea y Rikesa están haciendo pesas para entrar en la guerra de la próxima semana. Ya tiene un poderoso frente de rábulas, incluyendo a los bufetes de Morris Sierralta y Alberto Arteaga Sánchez, defensores de las mayores barraganas del planeta. Todos utilizando los pliegues ocultos y mampuestos de la constitución para que se siga robando, para que se siga imponiendo la anarquía y hacerse con prebendas y jugosos negocios.
Siempre diciendo que lo hacen por sus hijos, por la patria.
Cuando Venezuela estaba bajo la bota de la querida de Lusinchi, Doña Blanca Ibáñez, y se violaban a mansalva todas las leyes, Ledezma recibió un multimillonario obsequio del presidente de la república, y calló contento a gozar de una inmensa fortuna que le permitió enmaridarse con una burguesita. Ledezma no cree en la Constitución sino en sus amigos, y en sus intereses. Sus maestros han sido Rómulo Betancourt, Caldera y Carlos Canache Mata, diablillos, a la perfección de su verbo ridículo, con el que estruja sin compasión a los canales de Ravell y de Granier. Criado en el potrero de la infamia, entre godos de corazón (como Cabeza e’ Motor) y entre vivigodos (los que han vivido a los godos, como Canache) ha acabado siendo el ejemplar sabueso del Matacuras: cogiendo de lo bueno y de lo caro de lo que echa el Pentágono. Bajo la versatilidad de los tartufos de las leyes y de la intelectualidad domeñada. Para “salvar” otra vez a Venezuela. No pierden el hábito de salvarla. La democracia de la podrida Guanábana. Unos tíos que en 40 años no se enteraron de las letrinas de las fragatas, de los infiltrados en el Congreso que espiaron con saña a aquella pobre señora de Gladys de Lusinchi; porque Ledezma tuvo mucho que ver con los asesinos de Luis Ibarra Riverol y con aquellos Generales ascendido por la los perros del Congreso y de la Guerra y del presidente de la República, que robaron, que mataron y que luego huyeron sin que nadie en AD o en COPEI dijese ni pío; el Ledezma de los Recadi con los que los de su clase hicieron su agosto.
Ahora este sopla-truenos quiere llenarse la boca hablando de democracia, de libertad, de suprema conciencia popular, de libre pensamiento, de la razón sublime contra aplanadora sobre las leyes y la Constitución, de reordenamiento delictual del territorial de la capital, de mandatos del pueblo con autoridad supra-legítima de la ciudad de Caracas». De que él anda sólo con ciudadanos decentes, no con delincuentes solapados.
En fin, de las Lavativas Legislativas inlegilables, viajando, divagando y cobrando en el nombre de la Alcaldía, como los curas con lo del Cristo. En 40 años a Ledezma no le importaron las masacres, los monstruosos asesinatos de cada día de estudiantes, de las condiciones de los presos en las cárceles, del nauseabundo estercolero humano que crecía sin control en los barrios y en los campos. Ahora este imbécil es el oráculo de la oposición. Él, demócrata de ladrones y de asesinos siempre sobre el estercolero de desquicios, de aberraciones y bazofias sin nombres todavía.
Ahora él se cree el Burro de Troya en el mero centro de la capital.
Así pues, con qué moral podía después venir ahora, este guiñapo a hablarnos de tragedia política, de la inexistencia del estado de derecho, de la falta de voluntad para emprender ninguna reforma, de la incapacidad para rectificar nada, de la eterna antinomia entre el texto constitucional y la vida política, de la falta de comprensión y excesiva mezquindad de esos hijos de Globovisión, dirigentes de pura pantalla. Todos de la misma clase de los que iban a palacio a premios y homenajes de mano de los más infames farsantes como Caldera, CAP, Lusinchi y Luis Herrera.
Y sabiendo Ledezma que Betancourt entregó un país arrasado, sin oposición, las cárceles llenas de presos políticos, la economía por el suelo, con todas las policías y frentes militares convertidos en fuerzas de ocupación y de represión, quiere otra vez montarse sobre el mismo burro y pontificar de democracia. La Nación entera entonces entregada a un sectarismo adeco furibundo, y donde lo que valía era el carnet de Acción Democrática. La justicia además en esa época sí estaba militarizada porque hablaban de que el país estaba tomado por varios frentes armados: en Lara el “Frente Simón Bolívar”, en Falcón el “Frente José Leonardo Chirinos”, en Portuguesa el “Frente José Antonio Páez”, en Miranda el “Frente El Bachiller” y el de Oriente que comprendía los Estado Anzoátegui, Monagas y Sucre el “Frente Antonio José de Sucre”. Y el padre político de Ledezma que luchaba contra ese mundo a sangre y fuego, sin el uso de ninguna ley ni constitución era el “bueno Leoni”, malévolo anciano, ladrón y abúlico. A él se acopló con docilidad Ledezma.
Ahora bien, muchos de esos hijos de Leoni y Canache Mata se aprestan a cumplir con la Operación Jaque al Rey, porque ahora resulta que desean arreglar el país que ellos mismos volvieron una perfecta lacra. Muerto de la risa esta Ledezma trabajando para postularse como candidato a la Presidencia. Sale a la calle cacafónico con sus dulces y letárgicas miradas (abúlicas de vacas) para que el mar de locos de Globovisión le voten, y retrotraer el país a los mismos negocios de las protuberantes mafias. Son de los que saben de leyes, digo, de dolo, de historietas, de morisquetas y refranes, de trácalas, de sabañones y de incisos y ordenanzas. Hablan y hartan. Candidatos (cándidos) que se creen genios y remiran hacia donde brilla la plata. Duros de matar. No se extinguen sino que proliferan (como las ratas). Ya se ve para el 1012 Ledezma deliberando, verborreando, paseando, cafeseando, cacareando, picareando, mariqueando, rezongando, villaneando, tragando: grosero y burdo en el hablar, incontinente, ruín y billeteros. Vaya.
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