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El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, propuso este martes ante la Cumbre América del Sur-Países Árabes, en la capital de Qatar, la creación de una «petromoneda» como «divisa de reserva alternativa» en reemplazo del dólar.

Esta divisa contaría con el respaldo de países productores de crudo, como el suyo y los socios árabes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), explicó.

«Venezuela apoya los esfuerzos para encontrar una divisa de reserva alternativa», manifestó Chávez ante sus pares en la cumbre. «Llegó la hora de la caída final del imperio estadounidense.»

En la cumbre de Doha están representados muchos de los grandes exportadores de crudo, entre ellos los principales de cada una de las dos regiones, Arabia Saudita, por un lado, y Venezuela, por el otra.

Jefes de Estado y de gobierno América del Sur y del mundo árabe procuran fortalecer sus vínculos en su segunda cumbre, esta vez en Doha. La reunión se inició a continuación de la cumbre de la Liga Árabe, celebrada en la misma ciudad.

La cumbre conjunta se realiza, además, en vísperas de la del Grupo de los 20 países ricos y emergentes (G-20), que desde este jueves en Londres intentará buscar soluciones a la crisis económica mundial.

El canciller brasileño Celso Amorim dijo a Al Jazeera que el contacto directo entre América del Sur y el mundo árabe era muy importante para ambas partes.

En otros tiempos, la globalización consistía en que «algunos países tenían relaciones con los centros del poder mundial, pero no entre ellos», sostuvo Amorim.

«Una de las razones por las cuales la crisis económica fue menos seria en Brasil es que tenemos un comercio muy diversificado. En tres o cuatro años, nuestro intercambio con el mundo árabe pasó de 8.000 millones de dólares a 20.000 millones», ejemplificó.

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva indicó ante sus pares que «en pocos días, el G-20 tratará de encontrar una solución para enfrentarnos con una crisis financiera sin precedentes».

«Queremos saber si somos capaces de aportar ideas genuinas que puedan impedir disturbios sociales y políticos en nuestros países», añadió. «Es una oportunidad única para que introduzcamos ideas concretas hacia una mejor gobernanza mundial.»

Por su parte, la presidenta chilena Michelle Bachelet sostuvo: «Esta es la hora de una respuesta global para la crisis financiera. Esperamos que haya una rápida coordinación hacia la cumbre del G-20.»

«Debemos llamar al Fondo Monetario Internacional (FMI) a democratizarse y a dar más fondos a los bancos de desarrollo para que se vuelvan herramientas más efectivas a los efectos de detener la crisis en los países que más lo necesitan», afirmó.

A pesar de la distancia geográfica, el mundo árabe y América del Sur procuran elevar el flujo comercial y de inversiones.

Esta cumbre refleja, además, las cambiantes prioridades de América Latina. El predominio de gobiernos que oscilan del centro a la izquierda trasladó la mira de Estados Unidos a la multipolaridad.

«Sentimos muchas similaridades entre América del Sur y el mundo árabe. Ambos queremos un futuro mejor para nuestros pueblos y afrontamos en muchos casos los mismos desafíos», dijo al abrir la conferencia el jeque Hamad bin Khalifa al Thani, emir de Qatar.

Mientras, Lula manifestó: «La riqueza del mundo árabe se ha convertido hoy en un factor de desarrollo, y ustedes deben protegerlo.»

El propio Lula fue quien propuso la celebración de una cumbre de jefes de Estado y de gobierno latinoamericanos y árabes, en una visita que realizó en 2003 a Medio Oriente.

El comercio entre los dos bloques se ha casi triplicado desde la cumbre celebrada en Brasilia en 2005.

«Ambas regiones, que sumaron un producto de más de cuatro billones de dólares en 2008, han manifestado un fuerte deseo de aumentar el intercambio comercial», dijo al diario al-Sharq el presidente de la Asociación de Empresarios de Qatar, Faisal bin Qassem Al Thani.

El mundo árabe y América del Sur suman 10,5 por ciento de la población mundial y un gran mercado potencial par empresas de la otra región, afirmó.

Diplomáticos árabes afirmaron que la cumbre considerará la creación de un mecanismo conjunto de financiamiento a la cooperación, con el fin de reducir el impacto de la crisis económica mundial.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, figura entre los ocho mandatarios sudamericanos presentes en Doha.

En los 22 días de guerra de Israel contra el territorio palestino de Gaza entre diciembre y enero, Venezuela expulsó al embajador israelí y concitó por eso una ola de apoyo de las comunidades palestinas de toa América Latina.

La Autoridad Nacional Palestina abrirá una representación diplomática en Caracas el mes próximo.

Mientras, Argentina, representada por la presidenta Cristina Fernández, busca apoyo árabe para su renovada disputa con Gran Bretaña por la soberanía de las islas Falklands o Malvinas.

Los dos países se enfrentaron en una guerra en el Pacífico Sur por ese motivo hace 27 años.

En ocasión de la cumbre también se consideraron asuntos clave para Medio Oriente, como la orden de arresto dictada por la Corte Penal Internacional (CPI) contra crímenes de guerra y genocidio contra el presidente de Sudán, Omar Hassan Al-Bashir, por el conflicto en la occidental región de Darfur.

La CPI «no tiene facultades para tomar una acción contra un presidente en ejercicio», dijo Chávez al llegar a Doha. «Lo hace porque es un país africano, un país del tercer mundo. ¿Por qué no ordena el arresto de (el ex presidente estadounidense George W.) Bush o del presidente israelí (Shimon Peres)?», se preguntó.

Sin embargo, algunos líderes latinoamericanos evitaron mostrar su solidaridad con Al-Bashir.

La argentina Fernández, por ejemplo, se retiró de la sesión oficial para eludir a los fotógrafos que intentaron retratarla junto con su par sudanés