Reuters
Imagen de la placa Wilkins tomada este sábado por el radar de satélite Envisat.- ESA
La placa helada Wilkins ha perdido el último eslabón que la unía a la península antártica. El puente de hielo que la mantenía sujeta a tierra firme -la placa flota sobre el océano- se ha roto este sábado, han informado los científicos que vigilan la zona desde que detectaron los primeros efectos del calentamiento global. La ruptura de este puente supone que la Wilkins ha quedado a la deriva y que su desintegración es inminente.
«Es increíble cómo se ha roto esta porción de hielo. Hace dos días, estaba intacta», ha asegurado David Vaughan, del Centro Británico de Investigación Antártica, a la agencia Reuters tras observar una imagen de la placa tomada por el radar del satélite europeo Envisat.
La ruptura del puente ha liberado un conjunto de icebergs. La pérdida de esta porción helada, que medía casi 100 kilómetros de ancho en 1950, va a provocar que las corrientes oceánicas aceleren la desintegración de la Wilkins, que estaba unida a las islas Charcot y Latady y que comenzó a sufrir un extraordinario retroceso en la década de los noventa.
La placa Wilkins había sido estable durante el siglo pasado. Los científicos investigan ahora qué procesos están interviniendo en las fracturas de placas heladas en la zona, asegura la Agencia Europea del Espacio (ESA), que recuerda que en los últimos 50 años la temperatura media ha subido 2,5 grados centígrados. Otras nueve placas se han roto o retrocedido en la Antártida en el último medio siglo, como la Larsen A en 1995 o la Larsen B en 2002, modificando bruscamente los mapas del continente helado.
«Es increíble cómo se ha roto esta porción de hielo. Hace dos días, estaba intacta», ha asegurado David Vaughan, del Centro Británico de Investigación Antártica, a la agencia Reuters tras observar una imagen de la placa tomada por el radar del satélite europeo Envisat.
La ruptura del puente ha liberado un conjunto de icebergs. La pérdida de esta porción helada, que medía casi 100 kilómetros de ancho en 1950, va a provocar que las corrientes oceánicas aceleren la desintegración de la Wilkins, que estaba unida a las islas Charcot y Latady y que comenzó a sufrir un extraordinario retroceso en la década de los noventa.
La placa Wilkins había sido estable durante el siglo pasado. Los científicos investigan ahora qué procesos están interviniendo en las fracturas de placas heladas en la zona, asegura la Agencia Europea del Espacio (ESA), que recuerda que en los últimos 50 años la temperatura media ha subido 2,5 grados centígrados. Otras nueve placas se han roto o retrocedido en la Antártida en el último medio siglo, como la Larsen A en 1995 o la Larsen B en 2002, modificando bruscamente los mapas del continente helado.