«Belleza es verdad, y verdad es belleza, es todo cuanto sabes y todo cuanto necesitas saber», afirma Keats. Cuando el arte expresa y anticipa una sociedad nueva en trance de afirmación, es veraz, bello, y por tanto, revolucionario.

TRANSFORMACIÓN RADICAL
Revolución es transformación radical de los medios de producción, de la propiedad sobre éstos y de las relaciones sociales que se crean para asegurar los procesos productivos. Cada transformación en la infraestructura económica tiende a modificar la superestructura ideológica que la consolida y expresa.

EXPRESIÓN SENSORIAL DE LA INFRAESTRUCTURA
Los componentes de la superestructura, religión, filosofía, ciencia, técnica, derecho, estética, están interrelacionados y comunican una concepción del mundo. Es revolucionario el arte que expresa una nueva sociedad que surge de la aniquilación de otra caduca.

ARTE DE LAS REVOLUCIONES BURGUESAS
El arte de las revoluciones burguesas, la inglesa, la francesa, la estadounidense, fue revolucionario para su época: su fondo exaltó el logro individual contra el abolengo heredado; su forma utilizó el realismo en lugar de la idealización; sus medios incorporaron la imprenta como vehículo de la novela, y finalmente la fotografía, el fonógrafo, la radio, el cinematógrafo, la televisión y el cómic como medios de nuevas formas de integración de las artes para consumo masivo.

ARTE DE LAS REVOLUCIONES SOCIALES
Las revoluciones socialistas crearon un nuevo arte revolucionario. La mexicana aplicó el muralismo, la novela y el cine como vehículos de una prédica nacionalista e igualadora. La soviética formuló el lenguaje del cine como forma artística; mediante el constructivismo inventó el arte abstracto y la arquitectura moderna, y subvirtió el lenguaje de la música, para luego retrogradar con el realismo socialista hacia una técnica ya desarrollada por la burguesía. Los dadaístas y los surrealistas, movimientos estéticos de inspiración radical, propusieron efectos derivados de la ruptura de la racionalidad dominante.

ARTE, RELATIVISMO E INDETERMINACIÓN
Desde fines del siglo XIX, una nueva concepción del mundo basada en la subjetividad, la relatividad y el principio de indeterminación permeaba las ciencias y servía a las academias burguesas para negar que las sociedades debieran en definitiva orientarse hacia el socialismo y el comunismo. Así, el arte de finales del siglo XX expresa la concepción del mundo dominante: la de que el universo es un conjunto de partículas cuyos movimientos a nivel subatómico dependen del azar. La consecuencia filosófica de esta concepción sería la que no hay propósito para dicho universo, y su distorsión ideológica consiste en la afirmación de que tampoco lo tienen ni la sociedad ni sus integrantes. Para la postmodernidad académica, la sociedad es un conjunto de átomos competitivos regulados por la oferta y la demanda. Supremo rector que provoca la defunción de la Historia, de la Filosofía, de la Ética y de la Política, el mercado termina fungiendo de paradigma de la estética. Las industrias culturales aplican a su producto todas las técnicas de financiamiento, producción, promoción y distribución de la mercancía y producen un arte para las masas que adopta las formas de la publicidad, con su exaltación casi religiosa del consumo. Por consiguiente, el arte recupera signos y temas de épocas pasadas reconocibles y aceptables para el consumidor, integrándolos en el Pop, el «Retro» o el pastiche de la transvanguardia. Con el culto de lo «light» y la estética de la banalización, pretende no tener ideología, mientras implanta la idolatría del consumo como reforzadora de la estratificación social y objeto último de la existencia.

CRISIS DEL CAPITALISMO Y DE SU IDEOLOGÍA
La crisis del capitalismo es crisis de su ideología. Coincide con una revolución en los medios de producción: desde mediados del siglo pasado se impone en todos los procesos económicos la máquina inteligente.

Por ello, en las relaciones de producción, el trabajador vuelve a ser propietario de sus herramientas y puede liberarse del trabajo repetitivo y mecánico: es posible prever desde ya la automatización de todas las tareas que no sean creativas. Ello determina que deje de ser necesaria la concentración física de los operadores en fábricas y en ciudades. La inmensa mayoría de las tareas del sector servicios, el determinante en las economías desarrolladas, puede ser ejecutada por operadores físicamente aislados frente a sus computadoras. En lo atinente a la mercancía, la posibilidad de la duplicación ilimitada del producto mediante la reproducción digital. En lo relativo a la distribución, la posibilidad de que el producto informático se transmita de forma instantánea y gratuita a todos los potenciales consumidores, sin otro límite que sus necesidades. Será casi imposible evitar que en el futuro inmediato todos participen de manera libre en la creación, la distribución y el consumo ilimitado y gratuito de la principal riqueza de la contemporaneidad, que es la información.

ECONOMÍA Y ESTÉTICA INFORMATIZADAS
Los potenciales resultados culturales y estéticos de esta revolución apenas se insinúan desde hace algunas décadas. Por una parte, en la decadencia de los medios impresos como el libro, las revistas y los periódicos ante los medios audiovisuales como el cine y la televisión. Por otra parte, en la indetenible irrupción en éstos de materiales creados digitalmente: efectos especiales, animaciones de computadora, mundos virtuales, eventos que ocurren más allá del nivel de captación de la conciencia. Ello impone la repetitiva temática de los mundos ilusorios creados por sistemas de información indistinguibles de la realidad. La velocidad casi instantánea en el procesamiento de la información, la infinita manipulabilidad de los materiales, la maleabilidad de lo real, la simultaneidad de planos y de flujos de información son otras tantas potencialidades para el inicio de una nueva estética y de una Revolución nueva.

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