Orlando Gómez

En diferentes momentos he venido sosteniendo que en Latinoamérica y el Caribe se vienen desarrollando cambios que aunque cruciales, son ignorados por el poderío mediático, perverso por reaccionario, y desconocidos por amplios sectores de la población que por su exclusión y sumergimiento en la pobreza extrema, no perciben o no prestan atención a los mismos.

La principal tendencia política que encontramos hoy día en América Latina y el Caribe es el acento puesto a la participación popular en los mecanismos políticos de gobierno. El fin de la desgastada democracia representativa para ir a la búsqueda de la democracia participativa o lo que es lo mismo: «EL PODER CIUDADANO».

Cuando el fracaso del neoliberalismo es aceptado incluso por los que se enriquecieron con él, nuestros países vienen tejiendo grandes alianzas de negocios, en la búsqueda de posesionarse mejor en la interacción comercial en un mercado global.

Estos factores son el génesis sin duda de una transformación cuyo futuro es generalizarse, transformándose entonces la región en una amplia zona integrada, con gobiernos de corte popular, con amplias perspectivas de negocios en un contexto de seguridad.

Esto es lo que se desprende de un análisis básico de las declaraciones políticas de las distintas cumbres que se realizaron en América Latina y El Caribe el año 2008 y lo que va del 2009.

Hay líderes, situados a la izquierda en el espectro político de la región, que reclaman como una cuestión de justicia, que Latinoamérica y El Caribe juegue un papel muy importante en la economía global. Es decir un nuevo estatus geopolítico geoeconómico y geoestratégico.

No se trata de «un destino manifiesto» criollo, inventado, se trata de la visualización histórica que nos heredaron Bolivar, José Martí, Sandino…

Se trata de 39 países incluyendo los territorios dependientes en el Caribe, con un producto interno bruto combinado de 3.44 trillones de dólares y una rotación comercial de 1.65 trillones de dólares con una población de 562 millones de habitantes.

Si tomamos Centro América, y la juntamos con México, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, la síntesis es la más grande muestra de biodiversidad del planeta junto con la más biológicamente diversa zona del mundo como es la pendiente oriental de los Andes.

Cuarenta por ciento de todas las especies que se encuentran en los bosques tropicales alrededor del mundo, están asentada en Latinoamérica, 40% de la vida vegetal que se encuentra en el Caribe no existe en ninguna otra parte del planeta, de tal manera que esta es la más formidable red de seguridad social para nuestra población, pero además esta biodiversidad tiene un valor monetario incalculable.

Mientras la ONU advierte que las próximas guerras serán por el agua y la FAO nos da desgarradoras cifras acerca de los seres humanos que padecen hambre en el mundo, América Latina y El Caribe es una fuente inmensa de recursos naturales como agua fresca y tierras fértiles para cultivar alimentos.

Algunos de los más ricos centros minerales del mundo se encuentran en la región de Latinoamérica y El Caribe, nuestros países son importantes proveedores de cobre, níquel, mineral ferroso, hidrocarburos, bauxita, gemas y piedras preciosas…

También se trabaja en la conservación de combustibles fósiles y en el desarrollo de recursos de energía alternativa como los biocombustibles y se están tratando las necesidades esenciales de los pobres a través de programas sociales como Hambre Cero en Nicaragua y Bolsa Familia en Brasil.

Culturalmente somos ricos por una inigualable herencia que se desprende de civilizaciones como la Olmeca, Maya, Azteca, Inca, una increíble diversidad motivo de orgullo de la humanidad.

El asentamiento de la democracia en América Latina y El Caribe, tiene implicaciones positivas, no sólo para nuestros países sino también para el resto del mundo porque promovemos la paz, la estabilidad y fortalecemos las políticas económicas que conjugadas con la participación popular en los mecanismos de gobierno, estamos buscando fórmulas innovadoras para alcanzar un crecimiento balanceado y global, mientras establecemos cooperación con otros países en desarrollo en un contexto sur-sur.

Otro factor de madurez en Latinoamérica y El Caribe, lo revelan los proceso de integración regional. En los últimos años, grupos regionales como la Comunidad Andina, UNASUR, MERCOSUR y CARICOM, ALBA, Petrocaribe, discuten y coordinan cuestiones, importantes en materia política y económica y coordinan posiciones en organismos internacionales. Los países de Centroamérica, bajo el SICA también están tomando medidas activas para sincronizar sus esfuerzos de desarrollo. De forma similar, los países del Pacto Andino y del MERCOSUR también están tomando varios pasos para la cooperación regional y hay esfuerzos dirigidos a la consolidación de UNASUR, integración a la usanza de la Unión Europea, pasando por la creación del Consejo de Defensa Sudamericano (CSD).

De igual forma, la Cumbre del Grupo de Río celebrada en Santo Domingo en marzo del 2008, negoció el entendimiento entre Ecuador, Colombia, Venezuela y Nicaragua. Todos los esfuerzos que se están llevando a cabo indican que los países de Latinoamérica y el Caribe en la actualidad se encuentran muy sensibles ante la necesidad de unir sus posiciones sobre aspectos importantes de preocupación común.

También es positivo que estas discusiones se enfoquen en temas como el tráfico de drogas y crímenes relacionados a las drogas y al terrorismo, ya que podrían tener un peso significativo en la seguridad económica y la prosperidad de la región.

En conclusión la V Cumbre de las Américas debe servir para que Estados Unidos y América Latina y el Caribe se redescubran, aquello de que somos el «Patio Trasero» de Estados Unidos debe quedar como una nefasta referencia histórica y en este crítico momento, cuando la crisis financiera en el mundo desarrollado nos impactará aún no sabemos con que repercusiones, la Administración Obama debe sentar las bases de un nuevo enfoque en las relaciones con América Latina, basado en el respeto y la cooperación horizontal sin condicionamientos que lesionen la soberanía y la autodeterminación de nuestros pueblos.

Una nueva manera de relacionarnos, que nos permita cerrar de una vez y para siempre, las venas abiertas de América Latina y el Caribe.