La Gilada/ Nuestra América


Desde que Susana Giménez abrió la boca el 27 de febrero pasado para pedir “que terminen con eso de los derechos humanos”, no pasa un día sin que algún famoso se saque la careta de la tolerancia y se pronuncie a favor de la pena de muerte, con distintos argumentos.

Alguna gente, alentada por ver a sus maximos ídolos expresando una visión que comparten, se entusiasma, llama a las radios. Para hoy, 13 de marzo próximo, familiares de víctimas de la inseguridad están organizando una marcha frente a la Casa Rosada. Y sueñan con que Susana, Moria y Marcelo encabecen la movida, pero aún, ninguno, confirmó su presencia, salvo Susana que avisó que no va a concurrir.

Susana habló prácticamente en cadena nacional, con los móviles de los noticieros y de los programas de chimentos frente a la puerta de su casa de Barrio Parque, el día que mataron al florista Gustavo Lanzavecchia, un colaborador muy cercano. Aunque más tarde intentó aclarar que no estaba a favor de la pena de muerte, los dichos generaron una sorpresiva ola de manifestaciones de apoyo. “Susana tiene razón, y el que diga que estuvo mal, que se corte un dedo”, lanzó Sandro, antes de aclarar: “No estoy a favor de la pena de muerte porque soy cristiano” (¿?). Otro que empezó diciendo “no estoy a favor de la pena de muerte” fue el músico Luís Alberto Spinetta, que quedó sensibilizado por el accidente en el que murieron nueve alumnos y una profesora del colegio Ecos, al que asiste su hija Vera. Aunque enseguida agregó: “A alguna gente habría que meterle un tiro en la cabeza”. Para los violadores de niños, dijo, “queremos una pena que sea peor que morir”. “Los asesinos ya declararon la pena de muerte. Nosotros tenemos que tener el derecho a la vida y a la revancha”, coincidió Cacho Castaña. Para Guillermo Francella, “es de hipócritas creer que alguien puede pensar distinto que Susana. El que mata, el que viola, tiene que morir –dijo– pero en la cárcel”. En cambio, para Moria, “la pena de muerte sería muy liviana, porque te los sacás de encima muy fácil”. Y Mike Amigorena, el protagonista de Los Exitosos Pells, se mostró más medido: “Matar al que mata no es lo más acertado. Ahora, que el que mata, pierda un miembro, no estaría mal. Si roba, le cortan un dedo, y si vuelve a robar, otro: así habría una conducta”. “El dicho fue horrible, pero tenía razón. Soy una defensora de Susana, quizá porque sentí lo mismo”, apoyó China Zorrilla. Y el cineastaJuan José Campanella concedió: “Si me hubiesen matado a un ser querido, podría haber dicho cualquier cosa”. Pero el que le dio un nuevo y gran impulso a la polémica fue Marcelo Tinelli, que en un extenso reportaje con el programa Intrusos, de Jorge Rial, descargó toda su bronca por la situación de la inseguridad. Entre otras cosas, dijo: “En este país te matan y nadie se calienta” y “Vos vívis en un country cerrado, en un edificio con rejas, y los delincuentes andan sueltos”. Marcelo Tinelli, conductor-empresario televisivo compró miles de hectáreas en la provincia sureña de Chubut, necesita desalojar 30 familias mapuches para construir un megaproyecto turístico. La comunidad Pillan Mahuiza acusó a una sociedad anónima, integrada por Tinelli, de planear el desalojo de más de 30 familias mapuches de la zona de Río Fértil en la provincia de Chubut. Allí, una empresa adquirió 5000 hectáreas para la construcción de un «mega proyecto turístico». Según dijo la dirigente mapuche Moira Millán, Tinelli había adquirido esas tierras, y había acordado con el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, la instalación «la pista de esquí más grande de Sudamérica y un proyecto turístico» para personas de alto poder adquisitivo. En declaraciones a la agencia Infover, Millán explicó que en esa localidad, ubicada a 13 kilómetros de la ciudad de Esquel, «ninguno de los campesinos y las comunidades mapuches que están ahí tienen título de propiedad, por más que tengan un pertenencia ancestral al lugar. Existe un riesgo fuerte de que los desalojen para poder emplazar el proyecto», advirtió. Parece que esto no encuadra como “inseguridad” sino como “inversión”.

¿Seguridad? ¿Cuál seguridad?

El reclamar “seguridad” a secas o el preocuparse por la “inseguridad” puede significar cosas muy diferentes. Bajo esa expresión, y entre otras cosas, se debería estar preocupado por: a) la inseguridad de los niños “de la calle”, que limpian los vidrios de los autos o hacen malabares en los semáforos arriesgando sus vidas frente a automovilistas irascibles y temerosos; b) la inseguridad del ejército de desempleados, que carecen de los recursos mínimos para la subsistencia básica de ellos y de su familia; c) la inseguridad de las personas que viven en asentamientos o “villas de emergencia”, privadas de los servicios básicos y del correspondiente título de propiedad sobre las parcelas que ocupan; d) la inseguridad de las innumerables personas que trabajan “en negro” y que por ello no tienen acceso a los servicios de salud que brindan las obras sociales y ni a la posibilidad de obtener, algún día, la jubilación; e) la inseguridad de las personas de escasos recursos por estar excluidas de la atención médica de alta complejidad o medicamentos de alto costo; f) la inseguridad de las personas presas, condenadas o procesadas, que viven en condiciones inhumanas de hacinamiento, en las cuales proliferan situaciones de violencia y enfermedades, y entre ellas el sida, muchas veces contagiado a raíz de violaciones; g) la inseguridad de los ancianos de familias de pocos recursos, quienes son amontonados en geriátricos de pésimas condiciones y que con alarmante regularidad se incendian o derrumban; h) la inseguridad de las personas que se alimentan de basura, o que viven de manipularla manualmente en las calles o en los basurales; i) la inseguridad de los que viven y duermen en las calles o plazas; j) la inseguridad de los niños que, con desgraciada frecuencia, mueren en nuestro país por carecer de alimentación. Por último también cabría el estar preocupados por la seguridad de las personas que viven en el Barrio Parque, los “countries” o son asaltadas para robarles sus autos último modelo o sus 4×4.Esta última preocupación es, obviamente, legítima; pero no debería haber dudas respecto de que, socialmente, la inseguridad aludida en los primeros diez puntos es mucho más grave que la mencionada en último lugar. Las inseguridades aludidas en primer término afectan directamente la vida, la salud y la libertad de las personas, que se ven privadas de poder elegir una adecuada alimentación, un eficaz servicio de salud, un razonable lugar en donde vivir, etcétera. Se supone que la vida, la salud y la libertad, constituyen valores muy superiores a la protección de la propiedad. Y tanto es así que la ley le permite al Estado apropiarse, por la vía del impuesto, del 33% de nuestros ingresos. No obstante, cuando se pide “seguridad” en nuestro país y Susana Giménez sale a pedir muerte por muerte, encontraremos con que, salvo honrosas excepciones, la preocupación excluyente radica la preservación de la propiedad y en el temor a ser robado. Y, si bien es atendible que las personas quieran vivir en paz y sin ser asaltadas, también es doloroso el advertir que, en la preocupación sobre este tema, el interés propio ha terminado por invertir el eje de discusión que deberíamos darnos.

Inseguridad Mediática

Todo lo que se espera de un arma común, se espera por sus creadores de esta arma silenciosa. Hace un evidente «ruido», causa daño físico y mental evidente, y evidentemente interfiere con la diaria vida social, es decir, «evidente» a un observador entrenado, evidente a uno que sabe que buscar. El pueblo no puede comprender esta arma, y por consiguiente no puede creer que estén enganchados y dominados mediante un arma. El público podría sentir instintivamente que algo está mal, pero debido a la naturaleza técnica del arma silenciosa, no pueden expresar sus sentimientos de una manera racional, no pueden ejercer el pensamiento crítico o trabajar el problema con inteligencia. Por consiguiente, no saben como solicitarayuda y no sabrán como asociarse con otros para defenderse de esta arma. Cuando una arma silenciosa es gradualmente aplicada al pueblo, el pueblo se ajusta/adapta a su presencia y aprende a tolerar la invasión en sus vidas hasta que la presión psicológica vía reiteración machacante de imágenes es tan grande, que ellos se quiebran psíquicamente. La acción de los medios de comunicación sobre los televidentes es claramente violenta: impartir miedo. El miedo genera desesperación, y el miedo por la inseguridad genera permeabilidad a ideas reaccionarias que coarten la libertad. Entonces así, crecen los votos a sectores que prometen “mano dura”. Esta escalada de «inseguridad» es una fuerte apuesta de la derecha, expresada en los medios, para reposicionarse ante las nuevas condiciones políticas. Cabe recordar que Francisco de Narváez, candidato de la provincia de Buenos Aires, centró como eje de campaña el tema de la “inseguridad”. De Narváez, es propietario del multimedios América y, como tal, ordenó que el 70% de la temática de sus noticieros sea la “inseguridad” Dos robos en Buenos Aires; una toma de rehenes en Córdoba; un asesinato en Mar del Plata; un ajuste de cuentas en Tucumán, y una violación en Montevideo, Uruguay es considerado como un todo por los medios y nos hablan de la “ola de inseguridad que no nos deja vivir”. Parece que, después de estar todo el día mostrando “inseguridad”, una persona se fuera a encontrar con un mar de cadáveres al salir a la calle o ser el muerto siguiente.

Discurso real y discurso mediático

Como los medios aplican desde su discurso el “arma silenciosa”: Discurso real: todos los días hay 500.000 jóvenes que se levantan y no tienen nada que hacer. Discurso mediático: Todos los jóvenes de hoy son violentos.

Discurso real: Hay un 50 % de la población que cree que la forma de acabar con la inseguridad es mejorar las condiciones sociales, mejorar la educación y crear más puestos de trabajo. Discurso mediático: Hay un 50 % de la población que pide mano dura. Discurso real: En los lugares donde se instaló la “tolerancia cero” se demostró que esta no cambió nada y que el índice delictivo bajó en realidad cuando mejoraron las condiciones de la economía y hubo más trabajo. Discurso mediático: Tolerancia cero con la delincuencia Discurso real: Se ha demostrado que en los lugares que hay pena de muerte, no ha bajado ni el índice delictivo ni el de violencia. Discurso mediático: Hay que poner la pena de muerte. Discurso real: Hay que construir escuelas, hospitales y generar puestos de trabajo. Discurso mediático: Hay que construir más cárceles. Discurso real: Se ha demostrado que el índice de inseguridad no es tan alto como aparecen los medios y mucho más, teniendo en cuenta las pésimas condiciones sociales y la marginación a la que está sometida una gran parte de la población. Discurso mediático: No nos dejan vivir, no se puede ir a ningún lado, nos están matando. Discurso real: La policía está comprometida en los delitos, tráfico de drogas, prostitución y toda clase de delitos. Discurso mediático: ¿Dónde está la policía? La policía tiene las manos atadas. Hacen falta más policías. Las calles tienen que estar patrulladas Ahora, que seis policías baleen porque sí a dos adolescentes en un scutter, los muelan a palos y digan que fue un enfrentamiento es correcto. Nadie se atreve a decir que eso también es inseguridad. Que la “policía del gatillo fácil” ya se haya cargado 1800 víctimas no es inseguridad ni pena de muerte soterrada. En Argentina hay pena de muerte de facto, no legislada, prácticamente desde el fusilamiento de Dorrego y pasando por la “Semana Trágica”; los fusilamientos de José León Suárez y el coronel Cogorno en 1956; los crímenes de la Triple A; los 30.000 detenidos desaparecidos, la ejecución de José Luis Cabezas y el mencionado “gatillo fácil” por mencionar los casos más relevantes. Hay más policías que nunca. Solo en la “bonaerense” hay 53.000 efectivos. Sin embargo, un total de 5.989 efectivos de esta fuerza policial fueron investigados por irregularidades en 2008, 230 por ciento más que el año anterior, de los cuales 579 agentes resultaron exonerados de la fuerza, según un informe de la Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo desde los medios se fogonea con el tema de que hacen falta más policías. ¿Para qué?