Por: Roberto Romero

En el largo camino de América Latina en defensa de la soberanía y en vísperas de los 200 años del grito de independencia en toda la región, una nueva cumbre de presidentes apunta a sentar las bases de la integración sin Estados Unidos.Se trata en verdad de un hecho histórico. Este 23 de mayo, los jefes de Estado de 12 naciones firmarán en Brasilia el Acuerdo Constitutivo de la Unión de Naciones Suraméricanas UNASUR, cuyas bases se vienen estableciendo desde 2004 a instancias de Venezuela, Uruguay, Argentina, Brasil, Bolivia y Ecuador y que deja atrás la inoperante Comunidad Suramericana de Naciones.Sus áreas de acción, definidas en la Cumbre de Brasilia del 30 de septiembre de 2005, son el diálogo político, la integración física, el medio ambiente, la integración energética, los mecanismos financieros suramericanos, las asimetría, la promoción de la cohesión social, la inclusión social, la justicia social y las telecomunicaciones. Y una alianza militar sin EE.UU.Pero sería en la I Cumbre Energética Suramericana en Isla de Margarita, Venezuela, el 16 de abril de 2007, y llamada por el presidente Chávez “la cumbre perfecta” por sus determinaciones concretas en el camino de la integración, la que pusiera las bases definitivas para UNASUR. Allí se acordó encaminarse hacia la cumbre de jefes de Estado done se firmaría el tratado final, fijándose a Colombia como el país anfitrión y a realizarse en diciembre de 2007.Uribe da largas Vendrían entonces los tires y aflojes de la Casa de Nariño. Aplazó la cita de diciembre y una posterior en enero. La situación se hizo tan insostenible que el canciller venezolano, Nicolás Maduro, exigió el 19 de enero “que se le ponga fecha de manera inmediata a la cumbre presidencial de países de Suramérica», añadiendo que la cita debía haberse establecido desde hace bastantes semanas, «pero se ha ido corriendo la arruga y ha habido varios aplazamientos».Maduro opinó que esa indefinición «tiene que ver con intentos para que UNASUR no avance. Estos proyectos siempre tienen obstáculos en quienes no creen en la unión de Suramérica porque siguen pensando que el futuro del continente es ser vasallos de los intereses del poder norteamericano». El presidente Chávez fue más directo señalando que Uribe le pone obstáculos a la reunión por orden de Washington.Posteriormente la cancillería colombiana fijo el encuentro para el 28 y 29 de marzo en Cartagena. Pero la agresión al Ecuador enturbió de nuevo el ambiente. Brasil, entonces, movió todos sus hilos para salvar la iniciativa logrando un consenso para reunir a los 12 presidentes de Suramérica este 23 de mayo.América del Sur es una región que presenta un enorme potencial. Posee una extensión de 17.6 millones de km2. La diversidad de su territorio abriga ecosistemas diversos, como el Caribe, la Amazonia, la Cordillera andina, el Pantanal, la Pampa, el Cerrado o las regiones heladas del sur del continente. Su población es de 377 millones de habitantes y su producto bruto interno es de US$ 1,5 billón.Además, la región es fundamental para el futuro de la humanidad pues posee abundantes recursos energéticos renovables y no renovables, grandes reservas minerales, significativos manantiales de agua, un enorme potencial de producción de alimentos y riquísima biodiversidad. Dispone además de un importante y diversificado parque industrial, universidades y centros de investigación científica y tecnológica de excelencia. Qué duda cabe, entonces, que las potencias y en especial, EE.UU., se aferren a extender su dominio en la región.La OEA no da la tallaPor otra parte, no han sido pocos los intentos en el pasado por afianzar la independencia orgánica de América Latina. Pero la coyunda norteamericana ha terminado por imponerse atando los destinos de estos pueblos a los dictados de Norteamérica. Por eso es difícil entender que no exista en el continente una organización que agrupe a todos los países latinoamericanos y a través de ella, resuelva sus problemas políticos, económicos, sociales y de defensa, diametralmente opuestos a los intereses de Washington.La Organización de Estados Americanos OEA, no ha sido el foro apropiado para que los pueblos hermanos del hemisferio puedan dialogar y entenderse. Allí siempre ha primado el ruido del más fuerte, que orquestado por gobiernos cipayos, históricamente ha conducido a la OEA a ponerse de espaldas a la realidad.Baste recordar algunos casos protuberantes. Frente las agresiones armadas de EE.UU. en República Dominicana, en 1963 y Panamá, 1989, la OEA escogió el camino de la complicidad criminal y abandonó a la Argentina, cuando en un gesto de soberanía, retomó las Islas Malvinas en manos inglesas.Y más recientemente, fue incapaz de condenar a Colombia por el ataque a Ecuador como lo exigía dignamente el país agredido. Lo que conllevó a que resonara nuevamente la necesidad de una organización de Estados latinoamericanos.Integración militar sin USAPunto crucial de la cumbre fundacional de UNASUR será sin duda la creación de un Consejo Suramericano de Defensa, en momentos en que Estados Unidos decide restablecer la IV flota militar en los mares de América Latina y que entrará a operar plenamente en julio próximo. Dicha flota nació en 1943, durante Segunda Guerra Mundial, para reforzar la defensa del continente contra ataques de aviones y submarinos alemanes y japoneses, pero fue disuelta cinco años después de terminado el conflicto.El ministro brasileño de Defensa, Nelson Jobim, autor de la iniciativa y que en las últimas semanas visitó todos los países suramericanos para exponer la propuesta de integración militar, ya anticipó que el presidente Lula da Silva someterá la propuesta a los demás jefes de Estado UNASUR.El Consejo Suramericano de Defensa, según lo concibe Brasil, no supone una alianza militar convencional, como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), sino un foro para promover el diálogo entre los ministerios de Defensa de la región.La propuesta es crear un mecanismo de integración que permita discutir las realidades y necesidades de Defensa de los países suramericanos; reducir los conflictos y desconfianzas, y sentar las bases para la futura formulación de una política común de Defensa.Jobim, al ser interrogado por el secretario de defensa norteamericano sobre qué pudieran hacer los EE.UU. frente a la creación del comando de defensa suramericano, contestó sin pestañear: «mantenerse a distancia».El mecanismo, según el ministro, puede garantizar la estabilidad en una región codiciada por sus importantes reservas de agua, recursos energéticos y alimentos, así como «prevenir» situaciones como la crisis provocada por la reciente incursión de tropas de Colombia en territorio ecuatoriano.En cuanto a la receptividad de la idea, Jobim dijo que ha recibido respuestas entusiastas de países como Venezuela, Ecuador y Chile, especialmente de los presidentes Hugo Chávez y Michele Bachelet, pero también dudas de otros.Las cautelas de Uribe suenan a rechazoIndicó que el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, aunque fue «muy cauteloso», «no rechazó propuesta» y prometió «estudiarla detenidamente», y agregó que el país andino tiene que tener en cuenta de que podría quedar aislado.La presencia de Uribe, quien decidió asistir a última hora a la cumbre, quizá para no desoír el consejo de Jobim, va a ser muy incómoda, sobre todo de cara a la creación de este mecanismo de defensa. Prefiere mantenerse en la OEA y echar mano al desprestigiado Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca TIAR, creado en 1947, fruto de la guerra fría y al que México renunció en septiembre de 2002 sin que otras naciones siguieran el sabio paso.En una entrevista publicada por The Miami Herald, el 22 de septiembre de 2002, apenas se conoció la decisión azteca, Uribe consideró necesario modernizar el TIAR, centrándolo en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, ya que, según su punto de vista, la mayor amenaza para la región es en la actualidad la violenta oposición interna.Dos años más tarde, el 19 de noviembre de 2004 en Quito, en la VI Conferencia de ministros de defensa de las Américas, que contó con presencia del secretario norteamericano Donald Rumsfeld, el mismo que dirigió la invasión a Irak, Jorge Alberto Uribe, ministro de defensa de Colombia, retomó la iniciativa de su mentor cosechando el mayor aislamiento en un foro de esa naturaleza.Los ministros evitaron que EE.UU. y Colombia impusieran el criterio de convertir al continente en un bloque antiterrorista con el aporte militar de todos los países. Y menos tuvo eco la propuesta de Uribe de confeccionar una lista de organizaciones terroristas de la región que debían ser combatidas con el esfuerzo militar conjunto.Brasil, y que hay que ver ahora como un antecedente de su actual iniciativa, señaló en aquella ocasión a través de su vicepresidente, José Alencar, que “las Fuerzas Armadas no pueden cambiar su papel constitucional de defensa de la soberanía para dedicarse al combate al terrorismo y los ilícitos transnacionales como el narcotráfico. “Es necesario que se mantenga el derecho de cada Estado de identificar sus prioridades”, recalcó.¿Qué va hacer Uribe en la cumbre de UNASUR cuando se fije el punto en cuestión y cuando acaba de expresar el 21 de mayo que no descarta que la base militar norteamericana de Manta, Ecuador, se traslade a Colombia, corroborando lo que afirmara el embajador de EE.UU. en Bogotá hace un par de semanas en el mismo sentido?¿Pondrá su firma en un tratado que descarta totalmente una alianza militar sin EE.UU., que ha puesto todos sus ojos para el dominio en la región a través del Plan Colombia, y con una “ayuda” militar pasa en la última década de los 6.000 millones de dólares?¿Y qué va hacer Uribe, signatario del acuerdo, con el millar de asesores y militares norteamericanos que se mueven como Pedro por su casa en bases y guarniciones de Colombia sabiendo que el eje doctrinal expuesto por Brasil, con el respaldo casi unánime de las cancillerías de Suramérica, no es integrar las fuerzas armadas de los dos países, sino de converger en una estrategia defensiva regional común, que tiene como uno de sus principales objetivos mantener a los militares de EEUU fuera de la región?Pues tomó el atajo del aislamiento. Un día antes de viajar a una cumbre donde no será arte ni parte, declaró que Colombia no integrará el Consejo Suramericano de Defensa, ni tampoco asumirá la Presidencia de ese bloque regional, como estaba previsto. Y pensar que el inefable José Obdulio, el año pasado lo catalogaba a Uribe como el principal líder de América Latina.Sin embargo, no pondría obstáculos a la instalación de una base militar estadounidense en su territorio, si Washington lo requiere para «derrotar el narcotráfico».»Colombia tiene dificultades para participar», justificó. «Colombia, en las presentes circunstancias tiene que dejar unos puntos de vista claros y no es el momento para que Colombia participe en esa oficina de seguridad», aseveró el mandatario. Prefiere no enemistarse con Washington y seguir recibiendo sus generosas dádivas.Colombia, el primer ejército de la región, por su tropa y flota de helicópteros, con más de 400 mil hombres en armas y el mayor presupuesto de guerra del mundo per cápita, ¿hará parte de un consenso que va contra su propia doctrina guerrerista, reafirmada tras vulnerar la soberanía de otros Estado, –el territorio ecuatoriano– con el argumento de “actuar en de defensa propia” y solo respaldado por Washington, que salvó su voto en la OEA cuando rechazó la agresión?No hay duda que la propuesta brasileña, que tomó forma a raíz de la agresión colombiana a Ecuador, apunta a aislar aún más a Uribe sabiendo que así se golpea los intereses norteamericanos en la región. Sin dejar de lado que Brasil, como principal proveedor de aviones de guerra en América Latina, afianza su jugoso mercado. Acaba de firmar un contrato para la venta de 24 Tucanos a Ecuador y no tardará de desenvolatar la venta de naves de guerra a Venezuela superando el boicot de Washington.En todo caso, la iniciativa de Jobim, en cierta forma le da carne y hueso a la propuesta reciente de Chávez de formar un Consejo de Defensa y Fuerzas Militares de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de nuestra América ALBA y que solo recibiera el espaldarazo de Nicaragua.Con la ventaja de que ya no se trata del “ineludible” debate sobre el problema de la defensa colectiva de los países de la región, de cara a los cambios estructurales que se están dando, sino la expresión concreta de afianzar por primera vez en América Latina un mecanismo de protección que disuada, e incluso rechace, a la potencia imperial de intervenir en sus asuntos soberanos.

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